02 HIPÓTESIS PARA APROXIMARSE A LA CUESTIÓN mapuche A TRAVÉS DEL CENSO Y UN ADENDUMM.
                                                                                                                                                              Sociólogo.
 
INTRODUCCIÓN.

Estas breves notas pretenden entregar algunos elementos sobre la problemática mapuche en la Región Metropolitana (en adelante, RM), vista a través del último Censo de Población y Vivienda de 1992.

Las aproximaciones que aquí se enuncian tienen que ver precisamente con los acercamientos a los procesamientos de información censal disponibles.

En primer término se intenta fundamentar la hipótesis de que el censo entrega cifras relativamente "creibles" respecto de la cantidad de mapuche en Chile, a partir del análisis de la consistencia lógica de la pregunta que registró autopertenencia étnica en el censo, sus sesgos y dificultades metodológicas como asimismo se examina la posibilidad de acercarse a la problemática mapuche a pesar de dichas dificultades.

En segundo término, se formula la hipótesis de que las diferencias encontrada en algunas de las variables analizadas se deben a la diferencia étnica de las poblaciones examinadas.

Y, en tercer término, se reflexiona sobre la polémica teórica de las categorías mapuche URBANO/RURAL.

Primera hipótesis:

Las cifras del censo, respecto de la pertenencia étnica mapuche reflejan, en términos relativos, acertadamente la cantidad real de mapuche en Chile.

El último Censo Nacional de Población y Vivienda de 1992, aplica por primera vez una pregunta de autoidentificación étnica(1). Como resultado de la aplicación de la pregunta censal N°14: "Si usted es Chileno, ¿se considera perteneciente a alguna de las siguientes culturas?."

    1. mapuche;
    2. Aymara;
    3. Rapanui;
    4. Ninguno de los anteriores.
hubo un total nacional de 928.060 personas de 14 años y más autoidentificadas como mapuche, de las cuales 409.079 se identificaron como mapuche en la Región Metropolitana, lo que equivale al 44.1 % del total de casos.

Casi inmediatamente conocidos estos resultados comenzaron a surgir las críticas a las cifras y esto básicamente por la incongruencia planteada por el censo y las cifras que se manejaban con anterioridad(2).

Los cuestionamientos más recurrentes no tenían que ver con las cifras conocidas, sino más bien con los resultados censales, esta percepción se fue reforzando en la medida que se fueron conociendo casos de personas que admitían autoidentificarse como mapuche sin serlo.

Independientemente de lo anterior, la pregunta censal respecto de la pertenencia étnica declarada tiene algunas dificultades de construcción metodológica importantes de señalar.

  1. La pregunta censal está sustentada sobre la idea de que en Chile existirían grupos indígenas claramente delimitados e insertos en su estructura social y que, los denominados indígenas, potencialmente se autoidentifican como tales.
  2. La pregunta censal no permite discriminar sobre el origen étnico asociado a la identidad, sino más bien indica autoadscripción étnica.
  3. La pregunta censal no mide posibles variaciones de respuestas debido a variables no controladas en la formulación de la pregunta, tales como la discriminación(3), el prejuicio y otros.
  4. En cuarto lugar, la pregunta comienza con la frase: Si usted es chileno..., siendo, en rigor, ésta (chileno), una de las posibles categoría de respuesta, de modo que la formulación de la pregunta induce la respuesta. De hecho los mapuche no son exclusivos del territorio chileno, sino también se encuentran en territorio argentino.
  5. En último lugar, la pregunta censal, fue formulada en un momento (agosto de 1992) en que había en el ambiente social, una creciente sensibilización respecto del tema indígena producto de la conmemoración de los 500 años de la llegada de los españoles a lo que hoy se conoce como América Latina.
Dadas las características de la pregunta antes mencionadas, ¿que validez(4) se le podría atribuir a la pregunta censal?. Se sigue de la anterior, la siguiente pregunta, ¿existe confiabilidad(5) respecto de dicha pregunta?.

De hecho, los posibles acercamientos de modo de reducir el espacio de incertidumbre respecto de la validez y confiabilidad de los datos recogidos por el censo son sumamente complejos y multidireccionales. De modo que resulta imposible intentar cuantificar a través de las cifras (en bruto) del censo, las importantes contradicciones existentes, una de ellas es que muchos adhirieron a la etnia mapuche sin serlo, donde también ocurrió lo inverso, es decir, muchos mapuche no adhirieron o no se consideraron mapuche.

Sin embargo, es posible acercarse al fenómeno en a lo menos dos lados complementarios, uno (a) teórico y otro (b) metodológico.

  1. Desde un punto de vista operacional resulta conveniente trabajar por separado cada grupo étnico identificado en el censo, puesto que las características culturales de cada grupo étnico en particular deberían ser distintas.El censo no registra ni hace la distinción entre la autoidentificación y pertenencia a un grupo étnico determinado y diferenciado en tanto tal, por cuanto las cifras del censo muestran cuántas personas se autoidentifican como indígenas y no cuántos indígenas existen en Chile. En términos lógicos la relación entre ambas es asimétrica. Una persona que se autoidentifica como indígena (cualquiera sea la alternativa, mapuche, Aymara, Rapa nui) no necesariamente significa que lo sea. Por el contrario, una persona que pertenezca a alguna etnia específica, no necesariamente puede autoidentificarse como tal.

  2. .

    De allí surge el problema de validez, en cuanto se hace equivalente la autoidentificación con la pertenencia étnica, no siendo estrictamente correspondientes ambas expresiones. De hecho, no existe forma de separar ambas respuestas, a no ser que se adopten algunos supuestos lógicos que permitan intentar disociar ambas respuestas.

    Desde el punto de vista teórico, el problema de la pertenencia étnica declarada es multivariado, sin embargo de existir problemas de declaración en la respuesta censal, estos deberían estar asociados a elementos de segmentación social, en los cuales también intervienen en modo importante el tema de la discriminación. Desde esa perspectiva, hace algún tiempo, los estudios que abordan la problemática mapuche en los centros urbanos, vienen mostrando que son los pobres los que establecen relaciones asimétricas de hegemonía cultural sobre los indígenas pobres, este fenómeno ha sido detectado en los centros urbanos de Arica, Iquique, RM, Concepción y Temuco

    En ese sentido, Rodriguez y Reid afirman que, "el grueso de los mapuches que viven en la capital se ubican socialmente.... en el mundo de los desposeídos, en el ámbito de la pobreza, y en ese contexto, los pobres no-mapuches encuentran en esta "identidad" acuñada una compensación o consuelo de su condición. Los mapuches son el estamento con el que los blancos pobres se comparan"(6) . Similar opinión tienen otros estudiosos respecto del tema(7).

    Si esto es cierto, entonces, teóricamente hablando, se podría afirmar que, dado que los pobres diferencian socialmente a los pobres indígenas, el problema de la sobredeclaración censal sería menor en áreas pobres que en las no pobres.

    Independientemente de lo anterior, para el caso particular de la etnia mapuche, la pregunta será, ¿como restar al total de casos, aquellos que se autoadscribieron a la etnia mapuche sin serlo?. De esta pregunta surge una segunda cuestión tan importante como la primera, a saber: ¿como sumar aquellos que siendo mapuche no adscribieron a la etnia mapuche?.

    El problema de sumar o restar, es más bien teórico, puesto que se trata de discriminar entre la tensión adscripción identitaria e identidad étnica.

    Al restar casos, se restan a aquellos que se adscriben a la etnia mapuche sin serlo y al sumar, se suma a aquellos que potencialmente niegan su identidad étnica. Si esto es cierto, entonces lo que habría que hacer es restar o sumar y no realizar las dos funciones al mismo tiempo.
     

  1. Existen algunas garantías estadísticas(8) en trabajar con grandes grupos. Por lo cual, resulta conveniente separar las categorías de respuesta, de modo de trabajar aisladamente con la categoría N°1 (mapuche).
Si bien la pregunta censal, no lograr discriminar con la fineza deseada(9) la población mapuche de la no mapuche, al menos por un mecanismo indirecto se puede llegar a algunas conclusiones parciales interesantes, respecto de la adscripción identitaria mapuche.
 
Conviene considerar que el método propuesto para intentar acercarse al sesgo en la respuesta, contiene supuestos lógicos, que bien podrían ser otros igualmente válidos. Desde esa perspectiva por ejemplo, aquí no se considera mapuche aquel jefe de hogar que haya nacido en la II o III Región, aunque se sabe que en la época del salitre hubieron mapuche que emigraron a dichas zonas, igualmente hay un contingente importante de mineros mapuche en la gran minería del cobre.
 
Para ejemplificar los supuestos enunciados anteriormente, considérese el siguiente gráfico:
 
Gráfico N°1

U : universo que registra la pregunta censal N°14:

Map : Población autoidentificada como mapuche.

M1 : Población que se autoidentifica y no pertenece a la etnia mapuche (sobredeclarada).
M2 : Población que se autoidentifica y pertenece a la etnia mapuche
M3 : Población que no se autoidentifica pero que sin embargo pertenece a la etnia mapuche (subdeclarada)

Aym : Población autoidentificada como Aymara.

Ay1 : Población que se autoidentifica y no pertenece a la etnia Aymara (sobredeclarada).
Ay2 : Población que se autoidentifica y pertenece a la etnia Aymara.
Ay3 : Población que no se autoidentifica pero que sin embargo pertenece a la etnia Aymara (subdeclarada)

RNUI : Población autoidentificada como Rapa Nui.

RN1 : Población que se autoidentifica y no pertenece a la etnia RapaNui (sobredeclarada).
RN2 : Población que se autoidentifica y pertenece a la etnia Rapa Nui.
RN3 : Población que no se autoidentifica pero que sin embargo pertenece a la etnia Rapa Nui.(subdeclarada)

Considerando que:

La población que se autoidentifica como mapuche resulta de:

Map = M1 + M2

La población que se autoidentifica como Aymara resulta de:

Aym = Ay1 + Ay2

La población que se autoidentifica como Rapa Nui resulta de:

RNui = RN1 + RN2

La cuestión será determinar la importancia relativa de M1 , Ay1 y RN1

Ahora bien;

La población que efectivamente pertenece a la etnia mapuche (PobMap) debería ser:

PobMap = M2 + M3

La población que efectivamente pertenece a la etnia Aymara (PobAym) debería ser:

PobAym = Ay2 + Ay3

La población que efectivamente pertenece a la etnia Rapa Nui (PobRNui) debería ser:

RNui = RN2 + RN3

En el caso mapuche, es posible acercarse al sesgo en la respuesta (M1) basándose en algunos supuestos metodológicos arbitrarios. Sin embargo, para el caso Aymara y Rapa Nui, problema es mucho más complejo dado el bajo número de su universo.

Adicionalmente, está el hecho de que no existen estudios que permitan corregir las cifras del censo respecto de estas últimas dos etnias, no obstante, Valenzuela R. sostiene que, dado que en la RM se autoidentifican 11.648 personas como Rapa Nui y 12.308 personas como Aymara, dichos datos "deforman la realidad", puesto que "según residentes Rapa Nui en Santiago, ellos se conocen prácticamente todos, lo que les permite determinar, de manera más o menos aproximada, las "cantidades" de familias que residen en la capital. Las estimaciones hechas por ellos a este respecto, indican que los Rapa Nui no superarían las 1.500 personas que de manera permanente, residirían en Santiago"(10), por lo cual es muy posible que Ay1 y RN1 tengan pesos significativos en términos de su representación estadística.

Ahora bien, lo complejo del problema radica en que los supuestos con que está construida la lógica de corrección, no necesariamente entregan cifras "correctas o exactas", sino que más bien permite obtener una primera aproximación a la magnitud del sesgo en la respuesta.

Si se procesan los datos censales en el paquete REDATAM Plus con un programa que contemple algunos filtros especiales, la probabilidad estadística de encontrar respuestas sesgadas es relativamente poco importante. El razonamiento es el que se enuncia a continuación:

Un supuesto básico que corta transversalmente esta lógica, es que el comportamiento en cuanto a la estructura familiar de los mapuche en medios urbanos es, fundamentalmente, de tipo nuclear.

Se debe recodificar la estructura familiar que se recoge en el censo a través de la pregunta del parentesco con el jefe de hogar (Parentes en REDATAM plus), considerando solo a los parientes directos como miembros del grupo familiar, es decir se descuentan a los no parientes y servicio doméstico, considerados en dicha variable.

    • Si el jefe(a) de hogar o ambos se adscriben como mapuche pero su lugar de nacimiento es la zona norte (u otra zona donde históricamente no sea asentamiento mapuche) lo mas probable es que sea Aymara o derechamente No mapuche. Por lo tanto habría que restar a estos y sus hijos del total de casos.
    • Si el jefe de hogar y menos del 50% de su estructura familiar adscribe como mapuche, entonces se les resta del total de casos. Este filtro contempla la siguiente subrutina:
      • Si el hijo y/o algún otro pariente adscriben a la etnia mapuche y los padres, hermanos y demás parientes no, entonces habría que restarlos del total de casos.
    • Si el jefe de hogar adscribe a la etnia mapuche, pero su cónyuge y sus hijos no, entonces habría que restarlo del total de casos. (Este caso es complejo de evaluar, puesto que el jefe de hogar puede ser efectivamente mapuche y su cónyuge o conviviente no, por lo que sus hijos sería Champurria (mestizos) y ellos perfectamente podrían asumir una identidad distinta de la mapuche, en todo caso, el criterio para resolver estos dilemas fue, restar todos aquellos casos en que en un hogar solo uno o menos del 50 % del hogar se declare como mapuche).
    • Si existen discrepancias en el grupo familiar en cuanto a la adscripción étnica (que unos se declaren mapuche, otros Rapanui, otros Aymara y Ninguno de los anteriores, la combinación mapuche - Aymara, mapuche - Rapanui), se descuentan del total de casos.
Las posibles combinaciones que podrían hacerse, son muchas más, pero podría decirse que estas son las más relevantes.

En todo caso, solo se pueden restar los casos más extremos, como los descritos anteriormente.

Nótese que, así como se puede restar personas del total de casos, también se pueden sumar, por ejemplo, si en un hogar de cuatro personas, tres adscriben a la etnia mapuche, entonces el cuarto habría que sumarlo al total de casos. Aquí aparece el tema de la identidad étnica negada (M3).

Existen casos en que es imposible determinar el origen étnico, como en el caso del jefe de hogar que se declara mapuche y haya nacido en una zona mapuche (Toltén) y sea más bien, de origen germano, casos como éste, son frecuentes de encontrar en zonas con alta incidencia de inmigrantes europeos como por ejemplo, Capitán Pastene o Faja Maisan.

Ahora bien, el procedimiento anterior fue realizado en el contexto de una investigación en curso, en la RM y la IX Región, encontrándose un sesgo en las respuestas (M1) de un 9,79% y 8,56% respectivamente. En esa misma lógica, en CELADE, los investigadores Peyser A.(11) de CELADE y Bello A. de CEDEM, llegaron a similares resultados, cruzados en la Región Metropolitana.

Finalmente, si se tiene en cuenta que la variación de respuestas sesgadas no es importante dada las proyecciones mucho menores que los especialistas entregaban al respecto, esto no quiere decir, que la cantidad de mapuche sea efectivamente la que arroja el censo, puesto que, como se afirmó con anterioridad, podría contener contaminaciones y problemas de validez.

Segunda Hipótesis:

El comportamiento de la población mapuche es diferencial respecto de la población no mapuche.

Antecedentes preliminares.

En el documento de trabajo anterior(12) se entregaron algunos resultados que permitieron formular las siguientes hipótesis:

  1. La población mapuche tiende a ubicarse espacial y selectivamente en lugares específicos de la RM y a vivir concentrados.
  2. Pareciera ser que en el comportamiento demográfico distinto de la población mapuche respecto de la población no mapuche, interviene en un grado importante tanto sobredeclaración como subdeclaración en la respuesta censal.
  3. Los mapuche viven y se reproducen en los mismos contextos de pobreza que la población no mapuche.
  4. La composición de la población mapuche por sexo y edad, desagregado por comuna, presenta similitudes significativas entre estas.
Lo anterior muestra comportamientos estadísticos diferenciales respecto de la población no mapuche, la pregunta relevante en este caso sería que, ¿son atribuibles estas especificidades al origen étnico(13) de la población mapuche que vive en la RM?. Pero además, estarían mostrando que todavía existen y operan mecanismos de control social generados por la sociedad dominante, y que éstos se han internalizado como mecanismos de socialización dentro de la población mapuche con arreglo a las nuevas especificidades de la coyuntura. Tal es el caso de la discriminación étnica.

A partir de lo anterior, se podría explicar las diferencias existentes entre la mayor autoidentificación de la estructura de población mapuche (30 - 34 años)(14) y la menor autoidentificación de dicha estructura (estrato de edad 15 - 19 años)(15). La mayor autoidentificación de la población mapuche del segmento de edad 30 -34 años podría estar sobreestimado debido a sobredeclaración en la respuesta censal, sobredeclaración que sería mayor en los hombres que en las mujeres.

En cambio, en la probable menor autoidentificación del segmento de edad 15 - 19 años de la población mapuche de la RM, puede estar incidiendo fuertemente subdeclaración (asociada a nuevas formas de control social(16) y a los cambios producidos en los sistemas clásicos de discriminación, producto de lo cual, ha cambiado quizás el más importante de los sistemas de socialización : el sistema de socialización primaria).

La hipótesis que surge de inmediato a partir de lo anterior es que, la población mapuche entre 15 - 19 años(17), puede estar subdeclarada.

Quizás esto merezca algún comentario, puesto que la pregunta respecto del porqué de esta menor declaración, se podría responder a partir de la negativa de los padres de estos jóvenes en socializarlos en tanto mapuche por temor a que estos no entendieran los mecanismos de acción social de la cultura dominante cuyas características socializadoras son de suyo diferentes a la de la cultura mapuche.

De hecho, los jóvenes admiten no haber recibido (in)formación ni en su casa ni en la educación formal respecto de la problemática mapuche, incluso más, recriminan a sus padres por preocuparse a destiempo (es decir, cuando ya no les interesa) el inculcarles la cultura mapuche.

Por otro lado, la misma lógica es posible aplicarla en los segmentos de edad mayores, en el sentido de que es válido preguntarse el modo de socialización que ellos han tenido, en este caso tal vez la respuesta esté dada una variable interna a la problemática mapuche: "Las organizaciones mapuche". Si se hace un análisis crítico de la forma de trabajo de las organizaciones, es posible apreciar que las organizaciones han sido un vehículo socializador privilegiado de la cultura mapuche en los sectores urbanos. Sin embargo, el "mercado" que alcanzan es precisamente aquellos segmentos de jóvenes superiores a los 18 años, en muy pocos casos es posible observar jóvenes menores a 18 años insertos en la dinámica organizacional mapuche, su actividad se concentra más bien en grupos de edades mayores.

De modo que es posible observar en las organizaciones mapuche una suerte de metamorfosis en tanto instituciones de socialización primaria, lo que permite afirmar que lentamente la labor de las familias mapuche en tanto socializadoras de la cultura mapuche en los sectores urbanos ha sido reemplazada por la de las organizaciones mapuche. Lo cual no quiere decir que ellas hayan reemplazado absolutamente los sistemas de socialización primaria.

Sin embargo, de allí surge una de las críticas más importante al accionar de las organizaciones mapuche frente a la especificidad juvenil, en tanto no han podido convertirse en una alternativa eficiente y eficaz a los sistemas de socialización primarios propias de las familias, cuestión que se ve reflejada precisamente en las cifras del censo.

Reflexiones previas.

Dado el siguiente gráfico:

Donde:

U:Universo de personas de la Región Metropolitana.

PMRM: Población mapuche de la Región Metropolitana.
PM9C: Población mapuche de 9 Comunas Seleccionadas(18).
PMC: Población mapuche Concentrada.

Supongamos que:

pmc ¹ pm9c ¹ pmrm

luego:

" pmc Î PMC Ù pm9c Î PM9C Ù pmrm Ù PMRM, $ pmc, pm9c Î PM9C Ù pmc, pmrm Î PMRM
Þ PMC Ì PM9C Ì PMRM

Luego entonces, PMC es un subconjunto de la PM9C, y ésta a su vez, es un subconjunto de la PMRM. De ello se puede deducir que, todos los elementos contenidos como características de la PMC deberían ser parte de las características de la PM9C y éstas de la PMRM.

Ahora bien, las diferencias entre los subconjuntos poblaciones no deberían ser sustantivas, puesto que:

                                      PMC Ì PM9C Ì PMRM,

a pesar de que:   pmc ¹ pm9c ¹ pmrm

Por otro lado, si: pmc Î PMC Ù pm9c Î PM9C Ù pmrm Ù PMRM

Donde:
                        pmcm = {pmcm1 , pmcm2 , pmcm3 ,..... , pmcmn}
                        pm9c = {pm9c1 , pm9c2 , pm9c3 ,....... , pm9cn}
                        pmrm = {pmrm1 , pmrm2 , pmrm3 ,....... , pmrmn}
Luego:

{pmcm1 , pmcm2 , pmcm3 ,..... , pmcmn} Ì {pm9c1 , pm9c2 , pm9c3 ,..... ,pm9cn} Ì  {pmrm1 , pmrm2 , pmrm3 ,..... , pmrmn}

De ello se deduce que las diferencias entre poblaciones están definidas en función de su posición relativa dentro del Universo.

Ello permite formular las siguiente hipótesis(19):

Dado que las diferencias entre los subconjuntos poblaciones es función de su posición relativa respecto del universo, pero los elementos constitutivos de cada elemento y subconjunto son parte de cada subconjunto mayor, entonces debería ser posible encontrar características iguales (o a lo menos similares) para cada subconjunto.

Corolario

Si esto es cierto, entonces bastaría estudiar las características de la población mapuche concentrada, para tener un acercamiento válido a las características de la Población mapuche de la Región Metropolitana.

Falseadores

  1. El Censo Nacional de Población y Vivienda de 1992 aplica las mismas preguntas a todo el universo, por lo tanto, en términos de dimensiones a medir, debería existir una alta confiabilidad, sin embargo respecto de la validez, al aplicar la pregunta de adscripción cultural, el censo no tiene diseñados controles de respuesta, ni controla sesgos debido a la intervención de variables endógenas y exógenas a la población censada. Por lo tanto, debería haber algún comportamiento o dimensión que se exprese en los distintos subconjuntos también de modo distinto, en términos de sus frecuencias estadísticas.
  2. Dado que la cercanía o lejanía de los elementos constitutivos de cada subconjunto está relacionada con los patrones de cohesión social, entonces existirían diferencias entre el subconjunto menor y los subconjuntos mayores.
Corolario

Si lo anterior se cumple, entonces no es necesario y suficiente estudiar las características de los conjuntos mayores, puesto que estos presentan diferencias entre unos y otros.

Pero, ¿qué dicen los datos duros? :

Evidentemente ningún censo de población ha sido diseñado para obtener diferencias entre poblaciones, puesto que su función primordial es recoger información de toda la población contenida en los límites del país, independiente de su origen.

Sin embargo, el último censo, entrega la posibilidad de recodificar la información censal disponible en formato electrónico y procesarlo con un software adecuado (REDATAM Plus) de modo de desagregar tal información respecto de la cuestión étnica. De este modo, es posible accesar información y compararla con distintos grupos poblacionales.

La información disponible muestra que las variables "históricas" con que medía la demografía las diferencias étnicas (fecundidad, mortalidad, esperanza de vida, migración) hoy día ya no registran grandes fluctuaciones en medios urbanos de alta densidad como lo es la RM.

De hecho las investigaciones sociodemográficas(20) más recientes indican que no existe brecha prácticamente entre la fecundidad de los mapuche respecto de los no mapuche que viven en la RM (tasa global de fecundidad TGF: 2,51 y 2,52 respectivamente(21)). Esto quiere decir que los mapuche han adoptado el patrón de comportamiento propio de la dinámica urbana en términos de su fecundidad y por ende de su tamaño familiar.

Lo mismo es posible apreciar en el comportamiento de la mortalidad mapuche y no mapuche en la RM, aunque aquí hay una diferencia algo mayor de la diferencia observada en el caso anterior, sin embargo, en ningún caso ello es significativo (Tasas de Mortalidad Infantil TMI: 18,32 y 17,19 respectivamente(22)).

Según algunos demógrafos (Schkolnick y Oyarce, 1985, Chackiel y Peyser, 1994)(23) cifras como estas, estarían mostrando "un creciente proceso de asimilación", sin embargo ello no necesariamente es así. Evidentemente ha habido una incorporación de elementos culturales externos de modo asimétrico e incluso es posible pensar en la alternativa de incorporación de estos elementos culturales de modo "voluntario", por lo mismo, al hacer una lectura distinta de los mismos datos es posible afirmar que los mapuche estarían adoptado ciertos patrones de comportamiento demográfico en función de su capacidad de sobrevivencia más que a un proceso de asimilación y que lo más probable sea que ello responda a una imposición de los sistemas de control de la sociedad dominante.

Si bien, no existen prácticamente diferencias en las variables de fecundidad y mortalidad en la población mapuche y no mapuche, respecto del tema migratorio, el problema es algo distinto.

En primer lugar, los observadores de la cultura mapuche preocupados por el tema migratorio en distintos momentos históricos y coyunturas diferentes (Bengoa y Valenzuela 1982, Moltedo 1986, Marimán 1995, Llanquileo 1996, Greve 1996) han afirmado sostenidamente que la población mapuche está sometida a fuertes presiones migratorias.

En segundo lugar, los especialistas han visto acríticamente la migración mapuche como indicador de desestructuración social(24).

Ninguna de las dos posibilidades antes expuestas, responde necesariamente al fenómeno migratorio mapuche. Es más, llama profundamente la atención la falta de rigurosidad y seriedad científica con que algunos especialistas en el tema tratan esta problemática(25) que luego extrapolan para sacar conclusiones fuera de contexto.

La información disponible permite afirmar que la migración ya no es un indicador tan relevante en el estudio de la problemática mapuche, por lo menos en lo que dice relación con los aportes de contingentes migratorios a la RM, puesto que estos no son tan significativos y además han alcanzado niveles muy similares a los de la población no mapuche.

Por lo mismo, lo anterior permitiría afirmar que la población mapuche en la RM ya no se conformaría por la incorporación de contingentes que se introducen de otras regiones, sino más bien por reproducción demográfica.

De hecho la migración parece ser más bien un mecanismo de sobrevivencia de la comunidad rural más que un mecanismo de movilidad social(26).

La reconfiguración de los elementos históricos y sociales dadas por el proceso migratorio, rearticulan ciertas circunstancias que permite reflexionar la coyuntura en a lo menos dos sentidos, contrapuestos entre sí.

  • Por un lado, la migración como fenómeno que facilita la desarticulación cultural, en la medida que ello desvincula o desarraiga objetivamente del entorno cultural vital,
  • y por el otro, reflexionar la migración como fenómeno coyuntural, producto de la expulsión del campo hacia el medio urbano por la dinámica de los modos de producción y que constituye más bien, un mecanismo de supervivencia más que una forma explícita de abandono de la cultura o indicador de desestructuración social.
Por otro lado, las primeras generaciones de migrantes han ocupado espacialmente solo algunas comunas de la RM, de hecho la población mapuche parece vivir concentrada, lo que habla de que los patrones de ocupación espacial y territorial estarían inducidas por variables culturales.

En rigor, es posible afirmar que existen diferencias entre las distintas categorías migratorias, que en ningún caso son muy altas pero muestran alguna diferencia entre grupos poblacionales analizados, donde sí hay diferencias claras es en los lugares de donde proceden los contingentes migratorios.

La migración mapuche a la RM sigue procediendo de los lugares históricos de asentamiento mapuche (IX, VIII y X Región en orden de importancia de mayor a menor), en cambio la migración no mapuche a la RM proviene de lugares de mayor importancia demográfica (VIII, V, y VII Región)(27).

El hecho de que la demografía (y los demógrafos) haya insistido majaderamente en que las diferencias culturales se miden a través de los indicadores de fecundidad, mortalidad y movimientos migratorios, hablan de que el tema sigue siendo tratado desde una perspectiva ruralista que da cuenta sesgadamente de la problemática mapuche.

Ahora bien, si no hay prácticamente diferencia entre los comportamientos de fecundidad, mortalidad y movimientos migratorios en la RM entre ambos conjuntos poblaciones, ¿el censo logrará captar diferencias entre estas poblaciones?, a partir de ello, ¿será posible afirmar que la población mapuche es diferente de la población no mapuche?.

Estas preguntas tienen respuestas cruzadas, contradictorias y multivariadas, por lo cual es muy difícil responder categóricamente.

Sin embargo, es posible afirmar que las diferencias entre poblaciones habrá que buscarlas en otro tipo de variables ya no tan sistematizadas ni estudiadas como las anteriormente mencionadas.

Una de estas variables es la variable religiosa. El procesamiento de esta variable entrega resultados muy curiosos respecto del comportamiento de ambas poblaciones.

Los mapuche son menos católicos que los no mapuche, por el contrario, los mapuche son más evangélicos que los no mapuche.

En ambos casos, los niveles de aceptación religiosa son más bajos y más altos que los promedios nacionales(28) respectivamente.

Independiente de los análisis más finos de la variable, es necesario destacar que ello refleja una situación curiosa, en tanto las poblaciones en estudio se diferencian en aspectos que no dicen relación directa con aspectos materiales de su existencia, sino más bien en aquellos aspectos que tienen que ver con la conciencia.

Es muy probable que la población mapuche de la RM haya alcanzado niveles similares de desarrollo respecto de la población no mapuche, en términos de calificación de su mano de obra, acceso a bienes y servicios, acceso a la salud y otros, lo cual no significa automáticamente que la calidad de vida sea igual para ambas poblaciones y que ello deba ser extrapolado a las demás dimensiones de la problemática, con la consabida conclusión de que por lo mismo ambas poblaciones tiende a homogeneizarse culturalmente.

El fenómeno se complejiza aún más, cuando se analiza los niveles de pobreza existentes en ambas poblaciones. Teóricamente hablando si dos subgrupos poblacionales tienen la misma calificación de su mano de obra, debería esperarse niveles de pobreza similares. Sin embargo, los niveles de pobreza son diferenciales. La pregunta que surge de inmediato es, ¿porqué sucede esta situación?.

Una respuesta tentativa podría estar dada por la presencia de la discriminación como sustrato de referencia respecto de la cuestión mapuche. A pesar de que ello representa una hipótesis convencional, es muy probable que los niveles de discriminación étnica en Chile se mantengan relativamente igual que hace 30 o 50 años atrás. La diferencia radicaría en las reconfiguraciones de los sistemas clásicos de discriminación étnica.

Un dato interesante que diferencia ambas poblaciones es la que dice relación con la estructura familiar. Los datos censales muestran que existe menos "separaciones" y menos "anulados" entre los mapuche que entre los no mapuche.

Si bien ello no significa que la población mapuche valora más la estructura familiar que los no mapuche, muestra una tendencia diferente de la misma variable.

En definitiva, lo que se ha intentado mostrar aquí es que existen diferencias intragrupales en sus comportamientos estadísticos y que dichas diferencias pueden ser atribuidas a sus orígenes étnicos distintos y por otro lado que las diferencias entre ambos grupos, ya no deben ser buscadas en las variables "clásicas" de diferenciación étnica, sino en aquellas que dicen relación con los comportamientos culturales.

ADENNDUM : EL PROBLEMA DE LO URBANO Y LO RURAL.

En el último tiempo ha surgido una polémica interesante, la cual dice relación con la dicotomía URBANO/RURAL de la población mapuche. Esta dicotomía generó conceptualizaciones un tanto forzadas respecto de la cuestión mapuche al interior de las organizaciones mapuche insertas en la dinámica citadina que, en consonancia con algunos especialistas han intentado legitimar la categoría de mapuche urbano(29). Esta categoría, nueva en el espectro teórico del análisis de la etnia mapuche, se vio reforzada por las cifras que el censo de 1992 arrojó.

De alguna manera los autores preocupados del tema mapuche han visto en la componente urbana, la expresión social que concentra la actividad social de construcción de identidad, de modo que ella se constituye en el referente de las representaciones sociales que involucran la identidad mapuche(30).

De allí surge la noción del mapuche urbano. El concepto de mapuche urbano tiene corta data, sus definiciones provienen de teorías un tanto insuficientes para explicar la dinámica cultural indígena en un contexto distinto de su espacio vital vernáculo. Las elaboraciones conceptuales del indígena urbano, tienden a considerar solo algunos aspectos generales y coyunturales que los individuos de una etnia específica producen en un lugar geográfico densamente poblado y ligado a una determinada dinámica social. De este modo, se considera indígena urbano aquel individuo que ha emigrado a la ciudad o es hijo de emigrados, que porta apellido indígena (aunque no necesariamente ello es una condición excluyente) y asume una identidad diferenciada de la del individuo medio.

Sin embargo, si focalizamos nuestra atención en la problemática mapuche, encontramos que el concepto del mapuche urbano, plantea un doble problema; primero, ¿que es lo mapuche? y en segundo término, ¿que es lo urbano?. Contestar la primera pregunta, supone responder respecto de un problema de construcción social de identidad, en cambio, contestar la segunda pregunta asociada a la primera, supone dar cuenta de una consecuencia social del proceso histórico conocido como: La migración.

Desafortunadamente, no se dispone de una definición acertada y aceptable de lo que deba entenderse como lo urbano. Más bien, lo que se conoce del concepto es su operacionalización. Es decir, el concepto es definido a partir de sus dimensiones e indicadores que se operacionaliza basándose en ciertas presunciones respecto de la cantidad de personas que viven en un cierto lugar geográfico(31), que disponen de bienes y servicios básicos definidos como esenciales para la subsistencia humana (Electricidad, Agua Potable, Alcantarillado, etc.) y/o con una cierta participación en la actividad económica.

Pocos investigadores(32) abocados a estudiar la problemática mapuche en la ciudad han definido lo urbano(33), de modo distinto de lo anterior, como también pocas han sido las apreciaciones teóricas respecto de sí es asimilable la categoría de ciudad a lo urbano(34).

Esto trae como consecuencia que, la identidad mapuche, evolucionaría dependiendo de las condiciones coyunturales impuesta por la dinámica de la ciudad, es decir, sería la ciudad la que se constituiría en uno de los referente de construcción identitaria.

Corresponde criticar la noción del mapuche urbano desde tres puntos de vistas complementarios entre sí.

  1. Una primera crítica es de carácter metodológico, en el sentido de que no existen suficientes estudios sociológicos o antropológicos, (ni teóricos ni empíricos) que den cuenta del fenómeno de las consecuencias de la emigración, por lo que el concepto del mapuche urbano es un concepto que está en una etapa de gestación primigenia.
  2. Una segunda crítica de tipo teórico es lo que dice relación con la producción de la memoria histórica : La identidad mapuche se estructura a partir de la memoria histórica mapuche, lo cual supone un rescate de formas culturales, modos de relación social y de producción simbólicas, - a lo menos -, distinta de la no mapuche. El admitir la existencia de la categoría de mapuche urbano en tanto sujeto, implica admitir el nacimiento de un nuevo tipo de memoria histórica formulada con arreglo a la nueva coyuntura de tipo urbano de carácter modernizador que de algún modo se contrapone a la anterior.
  3. Y en tercer lugar, como consecuencia de lo anterior, está el hecho de que si se acepta al sujeto mapuche como urbano, se legitima la usurpación, el despojo, la ignominia y la vergüenza de un sujeto que es obligado a olvidar su pasado, el de sus abuelos y el de su Pueblo, con su traslado a la ciudad.
Según la lógica urbanizante, la identidad mapuche, se constituiría a partir de un determinado discurso político, el rescate de la historia mapuche y la lengua, la cual evolucionaría dependiendo de las condiciones coyunturales que se vivan, pero ahora con implicaciones distintas, puesto que sería la ciudad la que se constituiría en el referente de construcción identitaria.

No obstante, si se examina con un poco más de detención, el problema de la ciudad, como elemento constitutivo de identidad, inmediatamente es posible encontrar con un problema teórico de proporciones.

  • En primer lugar, si lo anterior fuera así, la ciudad como entorno y en tanto tal, debería proveer los mecanismos necesarios para que la reproducción social mapuche se dé en condiciones tales que permitan la construcción o profundizaje de su identidad. Esto implica que los emigrados y fundamentalmente sus hijos, tendrían (o a lo menos deberían tener) ciertas condiciones sociales para su autoafirmación y reconocimiento social. Por lo cual, los mecanismos de socialización y control social radicados en la lógica urbana, estarían exentos de elementos portadores de dominación y más bien serían agentes facilitadores del proceso de construcción de identidad.
  • Lo anterior permite reflexionar una segunda alternativa: la memoria histórica debería ser reformulada con arreglo a la nueva situación sociohistórica. Lo cual quiere decir que, ella (la memoria histórica), tendría a lo menos dos dimensiones: la memoria histórica tradicional y una nueva memoria histórica nacida bajo el contexto de la modernidad.
En el caso de la primera alternativa, es posible apreciar la existencia de fuerte contenidos normativos que surgen desde la sociedad dominante, que imposibilitan cualquier producción cultural que considere anómica o portadora de elementos diferenciadores o paralelos a la modernidad. Por lo tanto, resulta ilógico pensar que el modelo social devenido de la modernidad sea capaz de generar las condiciones sociales estructurales que viabilicen la producción étnica(35).

Respecto de la segunda alternativa, sin hacer grandes disquisiciones teóricas, es posible observar que existe incongruencia entre ambas dimensiones dado que sus orígenes son distintos. Esto implica que, la memoria histórica en tanto tal, pierde su sentido, en tanto articulado privilegiado de construcción de referentes de identidad(36), por un tipo de identidad espuria(37) radicada en la dinámica urbana(38).

Lo anterior permite afirmar que, al tratar el problema de lo urbano asociado a la etnicidad, muchos investigadores tengan obligadamente que recurrir a un intuicionismo tecnicista más que a una conceptualización ajustada a la realidad en que viven los mapuche en la ciudad.

La modernidad ha permitido el surgimiento de un cierto espacio social, que ha optimizado los mecanismos de control sobre la población que habita en lo que se denomina ciudad. De hecho, una de las múltiples razones para la constitución de estos espacios, está dado por el hecho de que facilita la aplicación de la vigilancia social, permite un rápido acceso a mano de obra barata, escasamente calificada funcional al modo de producción social moderno y optimiza el control social, debido a un ordenamiento interno(39) funcional al sistema de dominación imperante.

Un ejemplo operacional de ello, es la masificación de los "servicios básicos" (electrificación, agua potable, alcantarillado), en la medida que ellos, -debido a que son operados desde una dirección central-, se constituyen en eficientes mecanismos de control y castigo sobre una población "rebelde"(40) cualquiera. Ello permite explicar también, el hecho de que exista escasa investigación en formas energéticas mas autónomas (energía eólica, solar, etc), en la medida que la expansión del uso de este tipo de energías impediría el control de la población vía su manipulación.

Es de acuerdo a este marco de referencia que debemos entender la problemática mapuche en la ciudad. Por lo que, para efectos de este estudio, asumiremos, que lo urbano dice relación con un modelo de organización social construido con arreglo a la racionalidad occidental, que expresa condiciones asimétricas de acceso al poder y que segrega de acuerdo a los principios de dominación tan propio de la modernidad(41).

Por otro lado, otra alternativa para pensar la identidad mapuche dentro de la ciudad, es la posibilidad de su construcción con la oposición explícita o implícita de la cultura dominante, donde la cultura dominada (re)funda y (re)potencia los mecanismos de construcción identitarios. Sin embargo, ello es solo posible si y solo si la memoria histórica mapuche se mantiene como el referente para su construcción.

Esta línea teórica ha sido desarrollada por Curivil R., quien ha denominado a este proceso: "Proceso de Re-etnificación". Dicho autor vincula a nuevos procesos de construcción identitarios vistos como una forma de resignificación cultural a todos aquellos elementos que por la dinámica misma de la ciudad no pueden ser reproducidos íntegramente como en el campo, tal es el caso del gijatun(42). Sin embargo, no desarrolla el problema de la memoria histórica como plataforma fundante de la identidad mapuche, en su análisis.

A MODO DE CONCLUSIÓN:

Lo que en las páginas precedentes se ha intentando mostrar que las cifras del censo son, en términos absolutos, aceptables. Sin embargo, deben ser estudiadas con perspectiva crítica, puesto que existen incoherencias importantes en la información que se notan solamente al desagregar y procesar los datos observados.

Independiente de lo anterior, si se tiene en cuenta que la pregunta fue aplicada a personas de 14 años y más, se puede inferir que la cantidad de mapuche es mucho mayor, tomando en cuenta a los menores de 14 años, en ese sentido, las estimaciones de población mapuche apuntan a señalar cifras que van del 1.200.000 personas al 1.350.000 personas(43), en general parece lógicamente aceptable, admitir que una cifra intermedia (1.250.000 personas) se acercaría a la cifra real de la cantidad de mapuche en Chile, dado los problemas de subdeclaración y sobredeclaración presente en la respuesta censal. Evidentemente estas cifras resultan un tanto alejadas de las proyecciones que los especialistas (Bengoa, Foester, etc.), entregaban o entregaron como aproximación.

Por otro lado, existe un elemento que conviene mencionar, puesto que al parecer actuó como factor de corrección respecto de la respuesta censal: la discriminación étnica.

En ese sentido, cabe enunciar las siguientes preguntas:

  • ¿Porqué solo aproximadamente el 10% de la población chilena se autoidentificó como indígena en el censo de 1992?.
  • ¿Porqué no hubo mayor cantidad de personas autoidentificadas como mapuche?.
  • ¿Que impidió una declaración masiva en alguna de las categorías de respuesta indígena de la población chilena?.
A la luz de la información procesada todavía no es posible acercarse al fenómeno en tanto tal, sin embargo, es posible enunciar algunas hipótesis que ayuden a orientar la futura investigación. Una de ellas es que el tema de la discriminación étnica sigue siendo un mecanismo de control totalmente vigente en la actualidad.

Ello podría haber determinado que la cantidad de personas autoadscritas no fueran cifras superiores a las observadas, sino que representaran un universo cercano al 10% de la población total. Adicionalmente a lo anterior, es posible pensar que, dada la escasa socialización existente en los mecanismos formales de socialización secundaria respecto de la cuestión indígena en general, ello también impidió una respuesta masiva(44).

Parece ser que la población censada, entendió la pregunta, pero por otro lado, la discriminación étnica determinó que esta variable operara como un factor de corrección no convencional, luego entonces, la respuesta censal aparece como controlada o filtrada por dicho mecanismo.

Ambos mecanismos, determinaron que la respuesta censal no fuera explosiva en términos de una masificación de la respuesta respecto de la declaración de pertenencia étnica.

Independiente de los posibles análisis, quizás convendría aplicar una pregunta algo más "dura" en futuras ocasiones, en el sentido de formular una pregunta que no contenga muchas posibilidades de respuesta sesgada. Una propuesta tentativa sería la siguiente.

Aplicación de dos preguntas en vez de una.

  1. ¿Es usted indígena?.

  2. .

    a) Si ----- b) No ----- (no aplicar la siguiente pregunta)
     
  3. ¿A que etnia(45) pertenece?.
    1. mapuche.
    2. Aymara.
    3. Kechua.
    4. Diaguita.
    5. Coya.
    6. Atacameño.
    7. Rapa nui.
    8. Kaweskar.
    9. Yámana.
    10. Otro (especificar) ............................
Cambiando el foco de análisis, existe un elemento interesante de señalar respecto de la cuestión mapuche, la población mapuche concentrada en la variables analizadas muestra un comportamiento serendipity(46) respecto del comportamiento de la población mapuche de la RM y de la población mapuche de las 9 comunas seleccionadas.

El procesamiento de la información muestra que muchas de las variables clásicas que presentaban diferencias, hoy día muestran comportamientos más atenuados.

Por lo cual, será necesario indagar en variables culturales y simbólicas para establecer las diferencias étnicas. Respecto de ello, el censo logra captar diferencias en la variable religiosa y la estructura familiar, en algunos casos, importantes respecto de la diferenciación étnica.

Una problemática interesante de analizar es lo que dice relación con el tema de las organizaciones mapuche y su rol socializador dentro de la cultura mapuche.

Los sistemas de socialización tradicionales mapuche han sufrido cambios estructurales a través del tiempo, las familias ya no cumplen la función asignada históricamente dadas las condiciones de vida propias de la dinámica urbana, lo cual aparece asociado al tema de la discriminación étnica operando como mecanismo reductor de la internalización de la cultura mapuche.

Ello determinaría un sistema de socialización mixto puesto que las familias no socializan en los primeros años a los jóvenes, siendo reemplazadas en dicha función por las organizaciones mapuche en la RM, donde el rol de la familia sería más bien, el de un reforzador cultural. Quizás el problema de subdeclaración del segmento 15 - 19 años esté dado por ese cambio estructural en los sistemas de socialización primaria, puesto que las organizaciones socializan precisamente a los segmentos de edades superiores a los 18 años.

Respecto de la cuestión urbano/rural, la relación urbano/rural divide artificialmente la problemática mapuche, la cuestión mapuche se reduce y minimiza, así como sus consecuencias al analizar separada e independientemente ambas esferas.

Si se toma en cuenta el argumento anterior, en el caso de lo rural, el problema mapuche tendría su solución en la propia tendencia de la ruralidad en América Latina, puesto que si la tendencia de la ruralidad en Chile y América Latina es decreciente, el problema mapuche también debería seguir la misma tendencia.

En el caso de lo urbano, ello legitimaría la usurpación histórica de territorios ancestrales, en la medida que radica el problema mapuche solo a una cuestión de acceso al mercado de consumo y mejoramiento en la calidad de vida, lo cual limita la producción cultural, enmarcándola en un espacio fuertemente dominante y discriminador. Además, dado que la población mapuche que se traslada a la ciudad se incorpora segmentadamente en el mercado, básicamente en los sectores sociales de mayor pobreza, luego entonces, la solución del problema es ¿como sacar de la pobreza a esta población?, en general, esto ha sido la preocupación específica del aparato de estado, sin preocuparse de las causas estructurales de dicha pobreza mapuche, que podría decirse es el problema a solucionar.

Por lo tanto, la separación mapuche urbano/mapuche rural es una separación falsa y altamente funcional a los sistemas de dominación y homogeneización imperante en la actual coyuntura, promueve la obsolescencia cultural folckorizando su producción y haciéndola objeto de estudio en un nuevo medio y no un instrumento de diferenciación.

Por lo cual, la cuestión mapuche no puede ser vista y analizada separadamente. Adicionalmente, la perspectiva con que frecuentemente es analizado indígena, es decir en su condición de minoría étnica, tampoco es necesario y suficiente en términos de dar cuenta de la demanda indígena, puesto que "el discurso minorial, tiene por particularidad el enfoque del problema a través de un claro criterio de defensa social"(47) y legitimación del statu quo.
 

Fey ka müten.
Notas
Bibliografía

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