ENTRE LA INTEGRACIÓN Y LA AUTONOMÍA: LA MIRADA INTELECTUAL DEL CONFLICTO MAPUCHE(1).

Introducción.

El presente documento tiene como unos de sus objetivos, hacer un recuento crítico de lo que a nuestro juicio, han sido las principales miradas analíticas del conflicto mapuche en el último tiempo.

Después del alto impacto nacional e internacional que provocó las últimas movilizaciones mapuche en torno a la recuperación de territorios, se sucedió una serie de análisis del mismo por un considerable número de profesionales e intelectuales no mapuche que buscaban interpretar el fenómeno, ¿cuáles son las ideas - fuerza de estos análisis?, ¿cuáles son los elementos analíticos conducentes? y ¿cuál es su intencionalidad política.?. Estas preguntas son algunas de las interrogantes que nos proponemos intentar desarrollar en este documento.

Nuestro objetivo central es intentar mostrar que en su gran mayoría los autores preocupados por la cuestión mapuche, - de formación especialmente antropológica y del derecho -, intentan vincular la propuesta mapuche – particularmente aquella ligada a un contexto autonomista inserta dentro de la problemática territorial -, a una propiedad coyuntural específica, con énfasis en la demanda hacia es estado.

Por último, cabe mencionar que el análisis de los textos aquí tratados, son básicamente todos aquellos que han sido publicados en distintos sitios web(2) en donde se trata la problemática mapuche.

Epistemología del conflicto mapuche

Resulta evidente que el conocimiento generado en este último tiempo respecto de la cuestión mapuche ha cambiado de foco analítico, puesto que hasta la década de los 90´, el análisis se centraba casi exclusivamente en el tema de la identidad, hoy en cambio, es posible verificar que el problema deja un tanto de lado este gran tema para trasladar su atención a la problemática territorial y junto con ello al tema de la autonomía.

Aún cuando esto tiene una tonalidad y énfasis distinto según la postura teórica particular del que analiza el problema, es interesante hacer notar que, - cual más cual menos -, los estudiosos de la cuestión mapuche no han podido abstraerse de al menos dar cuenta de la instalación del tema de la autonomía como elemento fundante en la actual discusión de la problemática mapuche.

No obstante los avances significativos en términos de absorción por parte de estos intelectuales del discurso de las organizaciones e intelectuales mapuche del tema, es importante señalar algunos elementos que retrasan la construcción y legitimación teórica del problema de la autonomía.

Lavanchy, por ejemplo, afirma que: "el conflicto mapuche,..., solo comienza, si es posible señalar un hito, con la quema de camiones [sic]madereros de la Forestal Bosques Arauco"(3), evidentemente hay ausencia en esta afirmación de un sentido histórico y lo remite a una esfera netamente coyuntural, como si el conflicto mapuche fuera la expresión de acciones improvisadas(4) (incluso delictuales) y no de un largo proceso de reflexión interno de las comunidades afectadas por el modelo de explotación capitalista transnacional orientada a la exportación.

La misma coordinadora de comunidades en conflicto Arauko – Malleko se ha encargado de clarificar las interpretaciones que se derivan de la observación inductiva de hecho puntuales como los relatados por Lavanchy, Foerster(5), Vergara y otros.

"La lectura que hacen los dirigentes de las comunidades en conflicto el año 1997 de la etapa histórica que vivía el pueblo mapuche se resumía en tres hechos entrelazados entre sí: Primero, la instauración en Chile de un régimen político antidemocrático como resultado del plebiscito del año 1989; segundo, la consolidación del modelo económico neoliberal en el país en el marco de la trasnacionalización mundial de la economía; y tercero, la desarticulación del movimiento mapuche que sobreviene al Pacto de Nueva Imperial (1989). Y sus dirigentes entendieron que cualquier intento por debilitar el sistema de dominación impuesto desde el aparato estatal pasaba por alterar primero alguno de estos factores que permitían su existencia.

Conscientes de esta situación y del hecho de que solo una fuerza social organizada y fuerte podría lograr tal objetivo, sus primeros componentes comenzaron a realizar trabajo político en varias zonas, donde a través de la entrega de elementos políticos a los dirigentes locales y de un consistente trabajo de base, lograron elaborar un discurso político autónomo y de corte radical que a poco de iniciados los conflictos significó para las comunidades movilizadas un salto hacia mayores niveles de lucha mapuche"(6).

Evidentemente Lavanchy no le asigna adecuada importancia de la discusión previa en cuanto al análisis y posterior diseño de estrategias por parte de las comunidades en conflicto, que como ellos mismos admiten es un trabajo de largo aliento. Por lo mismo, llama mucho la atención que Lavanchy califique de "timorata" la actitud de las comunidades que abiertamente ocuparon territorios que por derecho ancestral les pertenecían.

También es posible observar en Lavanchy, algunos problemas metodológicos importantes en cuanto al análisis de la problemática mapuche respecto de lo que fueron los "diálogos comunales" (cuestión en todo caso, no único de Lavanchy, Aylwin también comete el mismo error metodológico).

Tanto Aylwin como Lavanchy analizan los resultados de los diálogos comunales de modo acrítico y falto de rigurosidad estadística. En un documento anterior(7) ya se criticaba el carácter metodológico del procesamiento y posterior resultado de la sistematización de la información recogida en los denominados "diálogos comunales", por lo que no vale la pena repetir la misma argumentación, sin embargo, hay que enfatizar que el abordamiento acrítico de cualquier cifra, puede inducir a elaborar afirmaciones tales como: "la demanda sociopolítica sólo ocupa el tercer lugar en cuanto a la importancia para las comunidades"(8), afirmación que pretende contestar preguntas tales como: "¿hasta que punto las reivindicaciones políticas de las organizaciones mapuche tienen resonancia en las comunidades?"(9), o esta otra afirmación de Aylwin: "sorprende la escasa relevancia que de acuerdo a estas estadísticas tiene la demanda mapuche por tierra"(10). Desde un punto de vista metodológico, estas afirmaciones pierden sentido y solo inducen a error en las apreciaciones de las exigencias mapuche al aparato de estado, lo cual tiene – a nuestro juicio -, importantes implicaciones políticas.

Por su parte, Aylwin afirma que el conflicto mapuche actual se explica fundamentalmente por la incapacidad de la ley indígena de dar respuesta a las demandas que emergía desde la base de las comunidades.

La hipótesis de fondo en Aylwin es que el problema mapuche tiene carácter de demanda y es un problema básicamente jurídico y por lo tanto su resolución debería ser jurídica, y en esta medida, habría un elemento anterior, que debería ser reconocido por el pueblo mapuche per se: el estado de derecho. Este elemento es – a nuestro juicio -, de importancia política crucial, puesto que tal concepto está en serio cuestionamiento por las comunidades mapuche que están involucradas en el proceso de recuperación del territorio histórico mapuche(11).

Otro aspecto que interesa revisar en Aylwin es la idea de que el conflicto mapuche es un problema de demanda hacia el estado. Aylwin afirma que, "[d]e una demanda centrada en el derecho a la tierra y a la participación dentro del aparato del Estado en la resolución de sus asuntos, se ha pasado a una demanda centrada en el reconocimiento de la territorialidad indígena hasta hoy negada en el país...", - nótese que en la argumentación de Aylwin lo importante es el tema de la demanda -, que tiene sentido si y solo si existe alguien a quien demandar, en este caso al estado chileno.

No es cierto que el problema sea de demanda y que por lo tanto su satisfacción resuelve el problema. La demanda en tanto tal, es una petición, una solicitud a quien se percibe con el poder suficiente para resolver, en este caso al estado chileno. En la demanda por definición hay elementos de poder que operan para que este mecanismo funcione y ambas partes admiten como legítimos dichos mecanismos. Sin embargo, al observar la actitud y las acciones de los diversos referentes mapuche que han expresado su intencionalidad de recuperar territorios no es precisamente de demanda sino de apropiación. Lo que han hecho estos referentes, es desconocer precisamente dichos mecanismos. Esta diferencia permite afirmar que los distintos referentes mapuche están más bien abocados a la construcción de mecanismos de poder con lo cual, dar un salto cualtitativo en la intensidad y calidad de la lucha mapuche.

Aylwin cree ver, - al igual que Foerster -, que existe una evolución sustantiva entre el modo actual de expresar la exigencia de un nuevo trato por parte de los distintos referentes mapuche a como lo venían manifestando antes del 99, lo que a nuestro juicio es incorrecto, pero para criticar este punto es necesario criticar a Foerster quién sostiene dicha hipótesis.

Foerster intenta demostrar, - a nuestro entender con argumentos insuficientes -, que ha habido una evolución significativa en cuanto al contenido del discurso mapuche, en tanto las "demandas del movimiento mapuche pueden (y deben) ser clasificadas como étnicas"(12). No obstante, Foerster no nos ilustra adecuadamente a partir de cuando o de que momento es posible entender ese cambio, además, - en la lógica analítica de Foerster (de tipo lineal) -, al interior del discurso mapuche existiría una cierta congruencia teórica y política y que de alguna manera se ha expresado históricamente.

Sin embargo, en estricto rigor, siempre han cohabitado en el espectro mapuche una dualidad de filosofía y relación con el winka, que también se han expresado con grados intermitentes de intensidad y fuerza, estas dos corrientes han sido el integrismo(13) planteado con mucha fuerza y que en su tiempo tuvo tras de sí una proporción importante del pueblo mapuche y otra corriente más autonomista(14). Ambas corrientes siempre han estado presente en el actuar del pueblo mapuche, por lo tanto, es posible afirmar que el pueblo mapuche ha tenido comportamiento tanto de "movimiento étnico" como de "movimiento etnonacional" en la nomenclatura de Foerster, por lo tanto, no es correcto aceptar la hipótesis de un tránsito desde lo "etnico" a lo "etnonacional"(15).

Además, ha de tenerse en cuenta que actualmente los sectores mapuche más combativos han expresado con vehemencia el tema de la autonomía, existiendo también otros sectores mapuche que reivindican la integración a la modernidad, lo cual refuerza, la inviabilidad de la hipótesis de Foerster(16).

A nuestro parecer, ha habido un juego dialéctico entre ambas corrientes que responden también a una cierta reflexión y análisis de las situaciones coyunturales particulares y no una linealidad teórica y política que permitan visualizar una cierta coherencia política e histórica tal como sugiere Foerster.

Independiente de lo anterior, a nuestro juicio, siempre la actitud mapuche ha sido la de buscar la reivindicación de su forma de vida y su particularidad, cuestión expresada históricamente en la relación con el dominador.

Cabe hacer notar que la noción que utiliza Foerster para distinguir los distintos momentos de gestación de la "nación", resulta claramente insuficiente para explicar el rebrote autonomista.

En primer lugar, la nación, - al igual que cualquier producto humano -, es una construcción social, que no responde necesariamente al análisis lineal de Hroch, hay que hacer notar que a diferencia de la apoliticidad de la fase A de Hroch, la acción social mapuche siempre ha sido política.

En segundo lugar, de acuerdo con la fase B, es claro que esta fase importa un momento de emergencia de una intelectualidad orgánica y un conjunto de militantes altamente comprometidos con el proceso político. No obstante, en el proceso histórico mapuche siempre se ha verificado la existencia de estos elementos, por lo tanto, esta fase no tiene la potencia explicativa del proceso mapuche actual.

Por último, dado que el análisis de Hroch es lineal y secuencial, la tercera fase resulta obvia: "los proyectos nacionales obtienen el apoyo de las masas". Tanto para Foerster como para Lavanchy, resulta evidente que la "intelectualidad y la élite mapuche se encontrarían en la primera y segunda fase", lo cual merece nuestras serias dudas, no porque lo anterior no sea cierto, sino porque ello no es posible verificar y comparar con el cero convencional que las fases de Hroch imponen(17).

Interesa analizar la percepción que Foerster tiene de la actual ley N°19.253 conocida como la "ley Indígena". Afirma Foerster que:

"No se puede dudar que la ley indígena desde su publicación y, a través de su aparato institucional (CONADI) ha alimentado con diversos medios, los sentimientos étnicos, ha estimulado la conciencia de los derechos ancestrales, ha fortalecido el orgullo de pertenecer a una etnía, ha permitido revivir costumbres olvidadas, ha frenado procesos de aculturación, etc"(18).

Indiscutiblemente esta afirmación le otorga a la ley indígena virtudes poco comprobables(19) a su accionar e implementación, peor aún, pareciera ser que la ley indígena y su aparato institucional han provocado impactos negativos, tales como incremento de los procesos de división interna en las comunidades, desconocimiento de autoridades tradicionales, ha introducido variables de tipo políticas en las relaciones sociales intracomunitarias que ha provocado bipolaridad en las dinámicas internas, etc., pero por otro lado, ha de admitirse que el efecto real de la ley indígena y la CONADI sobre las comunidades y población indígena en general sigue siendo una pregunta abierta y sin responder.

Por otro lado, Foerster y Vergara en un artículo publicado recientemente(20), muy en sintonía con el artículo anterior de Foerster, plantean una discusión interesante respecto del reconocimiento al cual aspiraría el pueblo mapuche.

Foerster y Vergara plantean una dicotomía en términos de estrategia relativo al reconocimiento del pueblo mapuche.

La primera estrategia sería la impulsada por actores ligados a los sectores conservadores de la sociedad chilena, cuya estrategia sería promovida a través del "intelectual orgánico" de la derecha chilena (el mercurio), para los cuales es un error promover cualquier iniciativa destinada a reconocer las diferencias culturales existentes al interior de las fronteras del estado nacional chileno.

Por el otro lado, es posible observar, - según Foerster y Vergara -, al "discurso etnonacionalista mapuche" que promovería "una separación drástica y definitiva" del estado nacional chileno.

Sin embargo, no es posible admitir esta dicotomía tan inflexible, sin perjuicio de lo cual, es posible aceptar que, - como ya decíamos anteriormente -, han existido y cohabitado dos discursos distintos y a veces contrarios (integrismo/autonomismo) en el seno del pueblo mapuche(21), la diferencia tal vez más notoria – en la actualidad -, sea que la postura autonomista ha mostrado altos niveles combativos y es la que mayor cobertura periodística ha tenido. De modo que es observable que los 2 discursos ya citados han tenido expresión histórica a lo largo del tiempo de dominación winka.

A nuestro entender, el concepto peyorativo que muchos intelectuales no mapuche tienen del proceso de autonomía, proviene precisamente de la confianza religiosa que tienen en el modelo de sociedad cristiano-occidental (léase modernidad), tal confianza deriva en desconfianza a cualquier proceso cultural que se reivindique a sí misma también como válida.

Siguiendo esta misma lógica, es necesario detenerse un momento en lo que Foerster y Vergara denominan "lucha por el reconocimiento". Para Foerster y Vergara esto ha sido un procedimiento básicamente llevado a cabo por "élites" y que "está en tensión con otras formas de reconocimiento (campesina y étnica)"(22).

Para estos autores, habría un desfase entre "élite" y base, lo cual no deja de sorprender, puesto que según la lógica de estos autores, estas supuestas "élites" tendrían vida propia y a su vez tendrían la capacidad de influir en otros segmentos de la "pirámide" mapuche, sin embargo, ello no necesariamente es así, puesto que en la lógica mapuche estas supuestas "élites"(23) no tienen el peso estratégico que le asignan estos autores.

Por otro lado, es evidente que algunos referentes mapuche se han enfrascado por mucho tiempo en una discusión con el estado para producir en este, el reconocimiento legal del pueblo mapuche. Desde esa perspectiva el Aukiñ Wall Mapu Ngulam ha hecho importantes esfuerzos por lograr la ratificación del convenio 169 de la OIT y el reconocimiento constitucional del pueblo mapuche, no obstante el estado se ha negado sistemáticamente a hacerlo.

Otros sectores mapuche cercanos políticamente a la concertación también han manifestado su opinión a favor del reconocimiento constitucional del pueblo mapuche en tanto pueblo, sin embargo, otros sectores mapuche se han negado a entrar en este debate, puesto que lo consideran accesorio y que no va al fondo del problema, referentes como la Coordinadora Arauko – Malleko, si bien no han hecho pública su opinión respecto de lo que implica el tema del convenio 169, consideran erróneo pensar que una iniciativa como aquella solucionaría los problemas de fondo. Los que consideran lo contrario son aquellos que de alguna manera se han vinculado con la lógica del estado nacional.

Nuestra opinión en todo caso, es que la "lucha por el reconocimiento" es una lucha que escapa al ámbito jurídico y es más bien una lucha por el "autoreconocimiento", en tanto lucha epistemológica anterior al "reconocimiento", puesto que en realidad, para que algo se reconozca solo es necesario que exista, sin que se cumpla este requisito no es posible el "reconocimiento". Ahora bien, admitir la existencia del pueblo mapuche, tiene implicaciones políticas muy importantes que al parecer el estado chileno no está dispuesto a aceptar puesto que ha negado esfuerzos a cualquier iniciativa seria al respecto.

Para Foerster y Vergara, por otro lado – y conectado con este problema -, el debate sobre el concepto de "pueblo" es accesorio y se limita a la denominación semántica con que se denominan a los pueblos que existían antes de la llegada de los españoles. Naguil en este punto es claro cuando afirma que:

"... lo que está en juego en la actual coyuntura es que si se plasma legalmente un verdadero o falso reconocimiento a como nos autoafirmamos colectivamente: Pueblo sin más, sujeto pleno de derechos políticos... No es nuestra condición de "indígenas" lo que nos otorga derechos colectivos, sino nuestro estatus de PUEBLO que hemos venido autoafirmando al margen de la aceptación institucional"(24).

Con todo, el pueblo mapuche no necesita del reconocimiento del dominador puesto que existe, el reconocimiento es pues, en definitiva, un problema del winka.

Otro aspecto que requiere ser criticado con vehemencia son la tesis unitarias que Foerster y Vergara sostienen. Estos autores afirman que:

"La misma diferenciación interna del movimiento mapuche representa un obstáculo... Implícitamente, los líderes etnonacionalistas reconocen el problema, al plantear la necesidad de unir al movimiento..."(25).

Sostenemos que el horizonte elemental a alcanzar es el mismo para todo el pueblo mapuche y sobre el cual no hay discusión posible, lo cual no necesariamente implica igualdad estratégica o política, además hay que considerar el hecho que culturalmente existen diferencias de fondo entre los propios mapuche (nagche, wenteche, pewenche, lafkenche). No habrá por lo tanto, posibilidad al tipo de "unidad" a la cual hace referencia Foerster y Vergara y que han hecho eco en algunos líderes mapuche que expresan su opinión y hacen llamados a recuperar la "unidad perdida".

Otro elemento que hay que tener en cuenta en el análisis de Foerster y Vergara es el tema de la integración tratado brevemente en las conclusiones de su artículo. Este tema naturalmente, es un tema con profundas consecuencias políticas y que su estudio escapa a los objetivos de este artículo. No obstante, conviene al menos enunciar el problema.

En primer lugar, es necesario decir que el problema de la integración al estado nacional chileno ha estado presente desde el momento mismo de la invasión chilena a territorio mapuche. Lo anterior se ha operacionalizado a través de diversos mecanismos, uno de ellos ha sido la eliminación cultural, otra la incorporación forzada y últimamente bajo la perspectiva del "respeto por la diversidad cultural".

En cualquier caso, siempre ha ocurrido que los intelectuales no mapuche han promovido dicha figura, salvo escasas oportunidades contrarias, que en todo caso no han tenido eco suficiente en la comunidad intelectual como para afianzarse como tendencia. Así, la integración es promovida por intelectuales generalmente asociados a los centros de poder y conocimiento de las sociedades modernas, de los cuales hacen parte Foerster y Vergara.

Foerster y Vergara, al tratar el tema, dejan en claro su posición al respecto, examinemos la siguiente cita:

"Nos parece que los planteamientos de intelectuales como Chihuailaf, de indigenistas como Bengoa, así como los aportes de Taylor y Habermas sugieren una posibilidad diferente, repensar la relación de pertenencia nacional sin dejar por ello de lado la legítima exigencia de respeto a la diversidad. La integración nacional no necesariamente va de la mano con la opresión étnica y el falso reconocimiento"(26).

Es decir, en un proceso de integración nacional - teniendo como referente cultural la modernidad -, puede operar perfectamente bajo un régimen de respeto por la diversidad cultural y de reconocimiento constitucional, cuestión con la que estaría de acuerdo Chihuailaf(27).

No obstante, cabe señalar que Foerster y Vergara no toman en cuenta que la integración nacional(28) es un proceso hegemónico, cargado de elementos de poder que subordinan, controlan y ordenan sus componentes de modo asimétrico, por lo tanto, no es un fin deseable, ni para los mapuche ni para ningún pueblo originario, que Foerster y Vergara(29) denominan peyorativamente "grupos indígenas".

El informe Temulemu y el artículo "las tierras de la ira", ambos elaborados por el Taller de Coyuntura del Colegio de Antropólogos, son a nuestro juicio emblemáticos y muestran una particularidad analítica que vale la pena considerar.

En primer lugar habría que decir que estos informes son los únicos preparados por un colegio profesional en particular, con la excepción de una pequeña declaración pública del Colegio de Enfermeras. Por lo que su valor está dado precisamente por el costo - oportunidad de dicha información.

La evaluación de los informes citados no es a lo que dicen sino a lo que no dicen, tanto como a los aspectos metodológicos involucrados en el análisis.

Desde esa perspectiva, el informe Temulemu (en adelante, IT) identifica cinco factores desencadenantes del conflicto.

1. Colapso ecológico manifiesto con la sequía.
2. Las dificultades de subsistencia.
3. El intento frustrado por resolver una legítima reivindicación territorial por parte de la comunidad y la estrategia represiva implementada por la empresa forestal.
4. La marginación generada por el estado y la ausencia de políticas públicas apropiadas, y oportunas.
5. El crecimiento demográfico de la población y la escasez de la tierra.

Si bien es cierto que todos los elementos mencionados en el IT pueden ser verificables empíricamente, lo importante aquí no es la mención y explicación de estos elementos, sino más bien su clasificación en términos de importancia.

Evidentemente, cada elemento enunciado en el IT tiene una importancia relativa diferente una de otra, por lo que el IT adolece de un análisis de la ponderación de los elementos enunciados. Esto tiene mucha trascendencia, por cuanto, conocer que elemento tiene mayor importancia que otro, permite por ejemplo elaborar una adecuada estrategia de enfrentamiento del problema.

Independiente de lo anterior, resulta necesario indicar algunos factores asociados al problema, que no fueron especificados en el IT.

No hay en el IT, mención alguna a las variables macro que han agudizado el conflicto, por ejemplo, el modo de producción imperante en Chile y en la zona en conflicto. El IT se limita a insinuar tímidamente este aspecto. Es necesario decir que el modo de producción capitalista forestal orientado a la exportación está en su fase ampliada, consecuentemente, todos aquellos aspectos o variables que restringan su actual fase de ampliación son percibidos como amenaza, por lo tanto, todo el cuerpo social institucionalizado (léase el estado y su aparato policial y productivo) reaccionan en su defensa.

Otro aspecto no mencionado en el IT, dice relación con la despolitización analítica del conflicto. El IT no hace un adecuado acercamiento a los aspectos políticos inherentes al conflicto mapuche, el IT adapta su análisis a los 5 aspectos referidos con anterioridad, esto determina que la comprensión del conflicto resulte truncada por la falta de este importante elemento constituyente o al menos estructurante del conflicto.

Independiente de lo anterior, es necesario llamar la atención sobre algunos aspectos muy polémicos del IT, como por ejemplo en el punto 3 de los factores desencadenantes del conflicto:

El IT dice respecto de la "estrategia represiva implementada por la empresa forestal" que:

"La estrategia implementada por la empresa forestal se basó en la acción policial represiva, amparada en la actual legislación vigente en nuestro país, sin abrir vías de diálogo o acuerdos con la comunidad"(30).

Esta explicación afirma que existiría una relación directa entre la "acción policial" y las actividades de la empresa forestal, una coordinación de alto nivel que implicaría que la "acción policial" sería una suerte de instrumentalización de la Fuerza Pública por parte de las empresas forestales. Evidentemente, el colegio de antropólogos debería entregar mayor información que permita entender mejor la instrumentalización de la Fuerza Pública por parte de las forestales(31).

El informe "Las tierras de la ira"(32) (en adelante, ITI) igualmente elaborado por el taller de coyuntura del colegio de antropólogos también es muy importante de considerar.

Este informe es valioso, por cuanto aborda el conflicto desde una perspectiva multifocal, interdisciplinaria y colectiva. Conviene destacar también que en la elaboración del ITI, han contribuido destacados profesionales de larga trayectoria en el análisis de la cuestión mapuche. Además fue realizado con recursos propios, lo que le da al ITI, mayor autonomía en cuanto a la libertad de enfoque y análisis del problema.

No obstante, nuestros reparos al ITI, - como decíamos con anterioridad -, son a las ideas – fuerza, a las hipótesis de trabajo y a la metodología de abordamiento del problema que se dejan entrever en el documento. Nuestra crítica, por tanto, va en directa relación con lo no dicho.

En el análisis del conflicto a través de la prensa, Aravena y Vergara, hacen un recuento pormenorizado de antecedentes periodísticos de diversas fuentes de la prensa nacional. Dicho recuento permite observar la evolución e historia del conflicto mirado desde una óptica inmediatista y coyuntural como es el enfoque de la prensa y también permite apreciar como la prensa y las fuerzas represivas se potencian mutuamente en la búsqueda de factores que viabilicen una intervención más decidida y eventualmente más dura(33).

Aravena y Vergara manifiestan acertadamente, - aunque no enteramente -, la función de la prensa, los autores lo expresan del siguiente modo:

"Se establece, para ello, un campo comunicacional, que legitima potencialmente procesos de exclusión social y justifica la posición de las empresas forestales."(34)

Sin embargo, lo anterior no es enteramente correcto, puesto que el "campo comunicacional", no legitima potencialmente procesos de exclusión social, sino que las legitima derechamente, cuestión que también ha sido función de la CONADI, baste recordar que la CONADI marginó voluntaria u obligadamente de muchas instancias de diálogo y mesas de negociaciones a la Coordinadora Arauko – Malleko.

Con todo, el informe elaborado por Aravena y Vergara deja entrever una gran paradoja: el informe es una reelaboración y sistematización también periodística que no avanza en la comprensión del fenómeno mirado desde la prensa, puesto que no hay en su análisis una reflexión respecto de los elementos de poder inherentes a la utilización de la prensa y al manejo de la información por parte de los grupos económicos dueños de las grandes cadenas informativas de este país.

Por otro lado, a nuestro juicio, el análisis de Molina respecto del origen y desarrollo de la deuda histórica, es correcto y a la vez descarnado, muestra la realidad de las comunidades que han sido cercadas por la propiedad forestal de un modo muy explícito y gráfico, no obstante, las conclusiones no tienen la misma profundidad que su análisis previo lo que amerita su revisión. Molina afirma en sus conclusiones que:

"... el conflicto existente entre comunidades mapuche y empresas forestales, específicamente entre las comunidades de Traiguén y Forestal Mininco, se encuentra atravesado no solo por el problema de las restituciones de tierra que actualmente están en propiedad de la forestal, sino también por la necesidad de plantear una alternativa al modelo del monocultivo, y una estrategia de desarrollo sustentable para las comunidades mapuches, que sea capaz de preservar y recomponer la biodiversidad, y permitir un desarrollo con identidad"(35).

Las conclusiones de Molina, adolecen de un análisis de fondo respecto del modo de producción imperante que tanto defiende el aparato de estado, despolitiza el conflicto y lo traslada a una esfera que potencialmente podría solucionarse si y solo si se acepta como directriz rectora el "desarrollo con identidad". Tales propuestas están en seria discordancia con lo planteado por las comunidades en conflicto que su opción no es solo la de la recuperación de territorios sino su énfasis está dada por la necesidad elevar el control territorial sobre las áreas reivindicadas como propias. Cuestión que no considera Molina.

También hay en las conclusiones de Molina un debate epistemológico planteado con anterioridad, cual es: el desarrollo con identidad, este no es el momento para analizar esta cuestión, que a nuestro parecer es de importancia meridiana, sin perjuicio de lo cual, es necesario decir que la noción del desarrollo contiene una conceptualización lineal (de menos a más), que no está presente en la concepción cultural mapuche, por lo tanto, su introducción, acopla un elemento extraño a la cultura mapuche.

Nuestra opinión respecto de las afirmaciones que se hacen en los distintos apartados del ITI, es que estas apuntan a una evaluación más bien ética del conflicto mapuche, por lo que su alcance se ve mediatizado por la falta de reflexión política del mismo. De alguna manera, es posible percibir en este documento un sesgo economicista que aunque muchos de los autores explícitamente nieguen, estructura un horizonte analítico común.

Intentando concluir.

Después de haber revisado los últimos textos y artículos referidos al conflicto mapuche nos queda la convicción de que los autores analizados, independiente de su buena voluntad y evidente simpatía por el pueblo mapuche, solo han contribuido a entregar elementos que permiten optimizar los mecanismos integrativos. De hecho, ninguno de dichos autores genera elementos analíticos distintos de los ya conocidos. Desde esa perspectiva, la ausencia de reflexión formal y sistemática sobre el concepto de la autonomía en los intelectuales no mapuche es un serio retroceso para la legitimación del mismo.

Por otro lado, la despolitización analítica con que los autores enfrentan el tema ha resultado un eficiente mecanismo para facilitar la reinstalación de un proceso neocolonizador.

Seguramente esto está relacionado con la lejanía y la falta de conocimiento de los actores intelectuales no mapuche respecto de los actores mapuche involucrados en el problema. El análisis de hechos, eventos y datos con gran frecuencia de fuentes periodísticas, la falta de análisis de fuentes primarias (o su uso sistémico) sumado a un gran desconocimiento de fuentes secundarias especialmente del material producido por intelectuales mapuche corroboran nuestra afirmación.

Esto determina que el análisis sea prácticamente repetitivo y la utilización igualmente repetitiva de ciertos conceptos denota falta de conocimiento de lo que está planteando la intelectualidad mapuche, además de una utilización contradictoria de dichos conceptos y sin mayor trabajo teórico, en donde se constata la ausencia de identificación de procesos sociales de mediano y largo plazo, provocado por el escaso sentido tendencial de sus análisis e insuficiente análisis de actores y referentes, en donde las tipologías construidas por intelectuales mapuche son prácticamente ignoradas.

Pero, por otro lado, las tipologías construidas por los intelectuales no mapuche son construidas básicamente desde una perspectiva atomista. Esto viabiliza conclusiones frecuentemente producidas a partir de criterios inductivos.

Como se ha intentado mostrar en el análisis anterior, los autores citados frecuentemente han recurrido directa o indirectamente a un estudio coyuntural para luego de allí extrapolar y proponer determinadas posturas teóricas y políticas.

Es evidente que ello trae consecuencias de la mayor trascendencia, por lo cual no debe olvidarse que estamos ante un conflicto histórico que nace desde el momento mismo de la invasión del territorio mapuche. A nuestro juicio, los conflictos entre comunidades mapuche y forestales son la expresión puntual de un conflicto que se repite en todo el territorio mapuche y a lo largo de la historia de la ocupación chilena.

Sorprende el escaso interés por dinámicas y procesos históricos internos mapuche, como asimismo los criterios autorreferentes y de autolegitimación presente en la intelectualidad no mapuche como mecanismo de producción intelectual.

Desde ese punto de vista y a nuestro juicio, el problema mapuche ha resultado solo una excusa planimétrica para legitimar la integración a la modernidad.

Amulepe dungu

Notas

1.          Documento preliminar sujeto a correcciones y ampliaciones.

2.          Estos textos están citados en la bibliografía de este documento.

3.          Perspectivas para la comprensión del conflicto mapuche, Lavanchy Javier. (Destacado de nuestra responsabilidad). La misma lógica analítica es posible apreciarla en Foerster, ver nota N°5.

4.          O simples pataletas como diría mi primo Marco Antilef.

5.          “Las nuevas propuestas y demandas mapuches se vinculan directamente con el conflicto precipitado por los incidentes de Lumaco”. Los mapuches en el 99. (borrador). Aquí usamos un borrador de Foerster y Lavanchy que a nuestro entender es más decidor que el texto definitivo publicado posteriormente.

6.           Cinco mitos sobre la Coordinadora. http://www.fortunecity.es/felices/lahabana/260/5mitos.htm

7.           En un análisis de coyuntura anterior, ya hemos criticado la metodología de presentación de los resultados de los “diálogos comunales”. Sin embargo, interesa hacer notar que no es metodológicamente correcto entregar  y presentar como resultados frecuencias y proporciones con información recogida a partir de la aplicación de metodologías cualitativas  como lo fueron los “diálogos comunales” (asamblea plenaria), tal como lo han hecho estos autores. Ver http://www.mapunet.org/mapunet/coyuntura/coyuntura2.html

8.           Lavanchy op cit.

9.           Hay en Lavanchy una afirmación que no deja de sorprender, puesto que como ya se afirmó, no es posible sacar conclusiones a partir de la información disponible de los “diálogos comunales”. Lavanchy asevera que se puede “afirmar que las organizaciones mapuches no han logrado tener suficiente eco entre las bases en lo referente a su objetivo principal: la reivindicación por el reconocimiento y la autonomía de la “nación mapuche””, (Lavanchy op cit), evidentemente no se puede aceptar o rechazar una hipótesis con el simple análisis de frecuencias y análisis de medidas de tendencias central, para ello hay que necesariamente recurrir a lo que en estadística se conoce como prueba de hipótesis que Lavanchy no hace.

10.        Ver nota 50 de: Los conflictos en el territorio mapuche: Antecedentes y perspectivas, Aylwin José http://www.xs4all.nl/~rehue/art/ayl3.html

11.         El estado de derecho como estado absoluto debe ser cuestionado en la medida que este es una construcción social que legitima un orden social asimétrico. Pablo Marimán hace un análisis interesante de los elementos de poder y control inherente al estado de derecho en Yanakonas, Burócratas y profesionales mapuche.

12.        ¿Movimiento étnico o movimiento etnonacional mapuche?. Foerster Rolf. Pag 1. Usamos un borrador para comentarios que Foerster hizo circular con anterioridad a su publicación, este documento es más extenso que el publicado y a nuestro juicio es más revelador que el que fue publicado finalmente, en todo caso, esto parece ser la tónica general en los escritos de mi amigo Rolf.

13.        Venancio Coñoepan es uno de sus hitos más importantes.

14.        El movimiento encabezado por Aburto Panguilef es una de las expresiones de esta corriente.

15.        Hay aquí un tema no menor, en cuanto la definición bipolar que hace Foerster de este supuesto tránsito de lo “étnico” a lo “etnonacional”, que dice relación con la definición de la frontera epistemológica entre el “movimiento étnico” y “movimiento etnonacional”, según esta definición debería haber un punto de inflexión necesario y suficiente que explique el cambio de una postura a la otra, Foerster no aborda este punto que a nuestro entender es crucial. Además, Foerster  no da mayores detalles de las diferencias epistomológicas entre ambos tipos de “movimiento”. La definición de Hroch – que utiliza Foerster -, es insuficiente para explicar este punto.

16.        Foerster, - siguiendo a Miller y Weber -, afirma que “uno podría decir que la identidad nacional chilena, asumida por los mapuche, está en crisis, permitiendo a un sector de mapuche elaborar una nueva identidad nacional: la identidad nacional mapuche”. Foerster op cit.

17.        Es decir: antes de la Fase A no habría proceso histórico.

18.        Foerster Op. Cit

19.          No es cierto que la ley indígena “ha frenado procesos de aculturación”, si fuera cierto, Foerster debería demostrarlo. Además, el concepto “aculturación” de por sí es polémico.

20.      Los mapuches y la lucha por el reconocimiento en la sociedad chilena. Foerster R. Vergara J. http://www.xs4all.nl/~rehue/art/arica.html

21.        No exentos de conflicto por supuesto.

22.      Foerster y Vergara, Op cit.

23.      Cabe señalar que las “élites” a las cuales hacen referencia Foerster y Vergara son en lo concreto, jóvenes mapuche con formación universitaria y dirigentes – también jóvenes - de sus organizaciones vinculadas al proceso de restitución territorial, pero que en la práctica se subordinan a la estructura histórica de mando. Por otro lado, el rol de estas “élites”, ya está siendo objeto de debate al interior de estas mismas “élites”, el artículo de Pablo Marimán “Burócratas, Yanakonas y profesionales mapuche”, una carta privada de Valdés M. del mismo tenor, y el intercambio de correo electrónico discutiendo estos asuntos lo demuestra.

24.         Reconocimiento Constitucional y Convenio 169: Un análisis crítico. Naguil Victor. http://www.fortunecity.es/felices/lahabana/260/reconocimiento.htm

25.      Foerster y Vergara. Op cit. (Destacado nuestro)

26.      Foerster y Vergara, Op cit (Destacado de nuestra responsabilidad).

27.      Chihuailaf, en todo caso, nunca ha planteado como necesidad, la idea de la integración, sino todo lo contrario, su preocupación ha sido la autonomía.

28.      En definitiva es un proceso civilizador, un proceso que busca la integración a la modernidad.

29.      Foerster y Vergara sostienen la necesidad de producir una “utopía realista” entre tres componentes: el “movimiento mapuche”, el “gobierno y la sociedad chilena”, lo cual nos lleva a reflexionar respecto del concepto de “utopía realista”. A nuestro entender, el concepto referido por los autores es contradictorio, puesto que no existen “utopías” realistas, las utopías son por definición utopías, sueños idealistas de modelos de sociedad distintos, más justos, más solidarios, nuestra utopía es precisamente esa: una sociedad autoregulada, una sociedad de la abundancia, una sociedad de la libertad, una sociedad como la que vivieron nuestros abuelos antes de ser invadidos y colonizados.

30.      Informe Temulemu. Op cit.

31.        Cualquier elemento percibido por los actores defensores del modo de producción vigente como asistémico o anómico, es considerado como peligroso para la propia sobrevivencia del sistema. Por lo tanto, no debe extrañar la concomitancia de las forestales con la fuerza pública, pero no en términos de la instrumentalización de uno sobre otro, como sugiere el IT, sino más bien, con la defensa institucional de un modo de producción específico en que todos los actores institucionales involucrados se complementan en su acción social.

32.      Las tierras de la ira. Los sucesos de Traiguén y los conflictos entre comunidades mapuches, empresas forestales y Estado.

33.      El caso del supuesto “comandante” y la famosa “escuela de guerrillas” son un ejemplo de ello.

34.      Las Tierras de la Ira. Op cit

35.      Las Tierras de la Ira. (Destacado nuestro). Op cit

BIBLIOGRAFÍA.




4. Los mapuches en el 99. Rolf Foerster y Javier Lavanchy. Universidad Chile, Departamento de Antropología. (Borrador para comentarios).

5. ¿Movimiento étnico o movimiento etnonacional mapuche?. RoIf Foerster. Departamento de Antropología, Universidad de Chile. (Borrador para comentarios).




9. Reconocimiento Constitucional y Convenio 169: Un análisis crítico. Naguil Victor.

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