ANALISIS
DE COYUNTURA.
(Mayo Junio Julio Agosto 1999)
Introducción: Manteniendo nuestra proposición general, de que los análisis de coyuntura aquí desarrollados apuntan a dar seguimiento a las tendencias más significativas de la dinámica del conflicto mapuche; en este segundo documento, conservaremos la tónica de organizar la lectura de la situación mapuche en base al análisis de los cambios estructurales más significativos y no tanto a la indagación inmediata y periodística de los acontecimientos. Lo que nos interesa en última instancia, es entregar ciertos elementos analíticos que permitan comprender el entrelazamiento de los distintos hechos políticos, económicos y sociales durante el periodo, así como aprehender de los nuevos rumbos del proceso. La discusión que realizamos en el análisis anterior sobre la situación mapuche, destacó como una tendencia creciente el acentuamiento del conflicto político y social. En el presente cuatrimestre, esta tendencia se manifestó con igual intensidad pero de distinto modo, en el sentido de que fue posible observar el potenciamiento de la actividad represiva por parte del estado y un cambio hacia una conjugación de estrategias, por un lado, apertura y diálogo y por el otro, uso de la violencia represiva. También fue posible observar el boicot intencionado y sistemático de las organizaciones mapuche cabezas del conflicto, por parte de la administración Frei. Hubo en el periodo analizado, un significativo incremento de intentos negociadores por parte del aparato de estado como mecanismo para frenar las movilizaciones y agitaciones, así como también se verificó la implementación de mecanismos de persecución política basada en estrategias de inteligencia como método de persuasión política, lo que, sin embargo, y a pesar de lo anterior, mantuvo y en algunos momentos, incrementó -, el nivel de las movilizaciones mapuche en torno a la recuperación de los territorios ancestrales. Paralelamente, se fueron dando nuevas manifestaciones de activismo mapuche, en la búsqueda de una mejor inserción en la discusión de la problemática a un nivel nacional e internacional. La "marcha mapuche", encabezada por el Aukiñ Wall Mapu Ngulam (AWNg), desde la IX región hacia la Región Metropolitana (RM) y el lobby hecho con algunos parlamentarios por parte de distintas orgánicas mapuche, es un ejemplo de ello. Por otro lado, connotados (y jóvenes) dirigentes mapuche, desplegaron una seria iniciativa para lograr el reconocimiento de la situación de conflicto por parte la comunidad internacional. Ahora bien, en un nivel político, se constató en el periodo analizado, que las organizaciones mapuche mayormente de origen urbano -, se alinearon con las comunidades en conflicto independiente de sus posturas políticas o coyunturales, cuestión que indudablemente venía ocurriendo con anterioridad, pero en este momento ya comenzaba una fase de consolidación. Este aspecto es importante, en la medida que a partir de este momento más o menos, las organizaciones urbanas reconocen una cierta especificidad territorial en el conflicto, que supera las viejas disputas entre organizaciones mapuche nacidas en contexto urbano y las comunidades rurales. Durante el periodo analizado se profundizó en el aparato de estado, su percepción de que la situación mapuche jugó (y juega) un papel de "arrastre" sobre la dinámica regional y nacional, muy importante, cuestión que no había sido tenido en cuenta por los diseñadores de políticas públicas. De modo tal, que en el aparato de estado se comenzaron a discutir distintas fórmulas de disolución del conflicto cuyo objetivo no era (y no es), la solución del mismo, sino su neutralización. No obstante, el carácter de las movilizaciones mapuche y los efectos no esperados que se produjeron a partir de dichas movilizaciones sobre variables que le interesaba controlar a la administración Frei, fundamentalmente económicas, obligó al aparato de estado a mostrar una cara más democrática en el manejo político del conflicto, lo cual implicó invertir recursos por parte del estado, en recabar información en un formato de discusión grupal, que tenía como objetivo que se produjera en la opinión pública nacional e internacional la percepción de que el estado hacía grandes y generosos gestos de apertura democrática para la resolución de los conflictos puntuales y por extensión también hacia el pueblo mapuche. Dichos "gestos" tuvieron la "virtud" de paralizar importantes comunidades en torno a promesas que salieron de la mesa de negociaciones y que a la larga resultó ser un fiasco y una burla para el pueblo mapuche en su conjunto. A través del análisis del período hemos podido reafirmar nuestra convicción de que, a través de todo el proceso negociador, el pueblo mapuche fue el único perdedor. Como resultante de esta etapa de conflictos, esta peculiaridad política debiera incidir decisivamente sobre las características que tendrá el desarrollo del conflicto. En efecto, la dinámica real de cualquier negociación (económica, social y/o política) tiene que partir de la constatación de correlación real de fuerzas, que supone la ausencia de elementos coercitivos e igualdad de condiciones para todos los negociadores. Si esto no ocurre, poco a poco, todos aquellos que concurren a una negociación en donde solo haya un polo hegemónico, se darán cuenta de la inutilidad de una negociación impuesta por la fuerza. Con todo, es muy importante tener en cuenta que psicológicamente las distintas orgánicas mapuche no ha aceptado su derrota, muy por el contrario, lo que actualmente caracteriza la coyuntura es precisamente la idea de que es posible revertir el proceso, independiente de las múltiples percepciones sobre el papel que han jugado el conflicto en la relación con el estado. Tendencias y Actores A diferencia de nuestro primer análisis de coyuntura que pretendía dar un cierto marco teórico para entender el conflicto en el contexto de la internacionalización y globalización, en esta ocasión, nuestra inquietud apunta a destacar y analizar las tendencias detectadas y enunciadas en el primer documento. El reacomodo de las estrategias polares, fue una de las tendencias identificadas en la coyuntura anterior. Este proceso no tuvo (ni tiene) un signo unívoco, pues responde a diferentes intencionalidades y tonalidades políticas. Con todo, es un fenómeno nuevo, - aunque no novedoso -, que emerge como una necesidad objetiva del desarrollo político del conflicto con que el aparato de estado responde al mismo, aunque las propuestas que la sustentan y generan sean multidireccionales. En términos generales, esta tendencia se expresa como el interés del estado en intentar vincular el conflicto solo a dos actores, - empresas de carácter transnacional o capitalistas neoterratenientes de carácter local y pequeñas comunidades mapuche, también ha resultado del máximo interés de estado, aparecer como un actor externo y más bien expectador. Sin embargo, esta estrategia le ha resultado solo a medias, puesto que el gobierno se ha visto en la obligación de sentarse a la mesa de la discusión y esto también ha provocado un rápido giro por parte del empresariado y capitalistas locales, en la medida que han conseguido por esta vía, darle mayor protagonismo al estado como mecanismo evasivo. En este "tira y afloja", en que el empresariado terrateniente nacional y transnacional "tira la pelota" al estado y viceversa, lo que ha quedado claro es que existe un "otro" que es con el cual hay que tratar, en este caso, con comunidades y organizaciones mapuche, este detalle, - insignificante por ser tan obvio, por cierto -, dejará entrever la necesidad de la búsqueda de un interlocutor, lo cual es indicador de la aceptación del conflicto. A partir del momento en que Frei envió a su ministro Quintana a los lugares del conflicto, quedó claro para todos los actores la existencia explícita del conflicto y la necesidad de terminar con el, al menos eso fue la intención última de Quintana. En la primera semana de mayo, el rumbo de los acontecimientos en el territorio mapuche en conflicto seguía más o menos el ritmo represivo con la misma fuerza que en los meses pasados, con la diferencia que ya era posible advertir ciertas diferencias al interior de las comunidades mapuche(1) en conflicto con el capital local y transnacional. Detengámonos un momento en el análisis de esta variable. El referente denominado "identidad lafkenche", en reiteradas ocasiones movilizó una gran cantidad de comunidades, pidiendo al estado la devolución de territorios propios reconocidos a través de los títulos de merced. Cuestión similar ocurría en la zona de Arauko, Malleko, Lumako con la Coordinadora de Comunidades mapuche en conflicto Arauko - Malleko y la IX Región con el AWNg. A pesar de las coincidencias políticas observables en estos tres referentes fue posible constatar que cualquiera de estos tres referentes expresaron diferencias estratégicas importantes unas de otras. La identidad lafkenche es el primer referente que eleva una propuesta en tanto tal, que incluía el tema territorial en las primeras semanas de mayo, plantearon la recuperación de ciertos territorios y reivindicaron su uso cultural, su propuesta surgía desde sectores intelectuales ligados al estado a partir de su estructura partidaria fundamentalmente PPD y PS, representados políticamente por el único alcalde mapuche existente en la actual coyuntura, aún cuando su propuesta incluía la recuperación de territorios, su énfasis estaba dado por el valor de uso de dichos territorios, en donde la diferencia estaba dada precisamente en que los mapuche no "usaban" la tierra como fuente de acumulación como lo hacen todos los actores que tienen intereses económicos en la zona. Cabe señalar también, que la "propuesta lafkenche", no reivindica la territorialidad histórica mapuche sino sus propios espacios de reproducción cultural de modo restringido en la medida que no exige el control territorial sobre las tierras que ellos reconocen como patrimonio lafkenche. El segundo referente que actúa en la zona de Arauko y Malleko (VIII Región) es la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauko - Malleko, en esta zona, el conflicto seguía teniendo las mismas características que desde su inicio fue posible constatar. Las comunidades mapuche aglutinadas en la Coordinadora planteaban a través de sus distintos dirigentes la necesidad de la recuperación del territorio ancestral mapuche, y se movilizaban en torno a este concepto, una característica fundamental del conflicto en esta zona era precisamente que aquí había una contraposición de intereses entre pequeñas comunidades mapuche con grandes capitales transnacionales que orientaban su producción a la exportación, este aspecto es esencial para diferenciar el conflicto en la IX región. Lo que evidentemente separa en cuanto a estrategia de enfrentamiento de la coyuntura a este referente respecto del AWNg. En el caso de la IX región, el referente más importante, a nuestro juicio, ha sido el AWNg, este actor ha tenido un desarrollo histórico importante a partir de principios de los 90, y se ha diferenciado del conflicto en la VIII Región puesto que su principal oponente extraestatal ha sido el capital local, resabios de la terratenencia y la neocolonización chilena, es además, un referente de carácter nacional, que tiene presencia en los principales centros urbanos del país con una importante plataforma de apoyo internacional. Sin embargo, no han tenido gran éxito en establecer algún grado de influencia interna en los otros dos referentes mapuche analizados. Las diferencias internas entre estos referentes imposibilitaron la coordinación que de alguna manera impulsó el AWNg, quien con escaso tacto político llamaba a la unidad de las movilizaciones mapuche a partir de acciones coyunturales como lo fue la llamada "marcha mapuche". No es nuestro objetivo detenernos en el análisis de los tres referentes citados sino más bien, mostrar que el aparato de estado no logró ver y aquilatar las diferencias internas que se estaban produciendo al interior de los tres referentes ya citados, la administración Frei estaba más preocupada por evitar la agudización y su posterior "chiapanización" del conflicto que de tener en cuenta las especificidades o diferencias de los 3 referentes mapuche en conflicto, aún cuando, el ministro Quintana se daba perfecta cuenta de la diversidad cultural y política existente al interior del pueblo mapuche, también llamó la atención que el mismo ministro reconociera la existencia de los tres referentes antes expuestos, sin que ello determinara en lo absoluto ninguna estrategia diferenciada para dichos referentes en las negociaciones sino por el contrario, buscó el alejamiento, desperfilamiento y marginación de los referentes antes citados. Además, el estado nunca tuve in mente devolver territorios en plena fase de producción, puesto que si estos territorios fuesen traspasados a pequeños comuneros mapuche con escasa inserción en el aparato productivo orientado a la exportación, su futuro económico se hacía muy incierto, claro está, según su propia percepción. Aquí la variable económica será la de mayor peso en el análisis del gobierno. El estado no confió nunca en la capacidad productiva mapuche, lo que muestra sus características racistas y discriminadoras. Es necesario hacer notar que, a pesar de todo el conocimiento acumulado, el gobierno se vio desconcertado por las características del conflicto, a tal punto que fue obligado por estas circunstancias a generar una instancia de análisis académico del conflicto, el aparato de estado convocó para ello, a connotados intelectuales winkas expertos en la temática indígena y algunos dirigentes indígenas que se encontraban vinculados a la lógica del estado. Dentro de la lógica del aparato de estado, respecto del conflicto, fue el enfrentamiento polar del mismo el que motivó toda su estrategia de neutralización. El afianzamiento y consolidación de esta perspectiva estratégica de resolución es, a nuestro juicio, la que en definitiva mostrará radicalmente su ineficiencia estructural y no pudiendo resolver el conflicto de otro modo, viabilizará la rápida implementación de mecanismos represivos, pero al mismo tiempo, se consolidará como mecanismo de entrada del estado frente a las comunidades movilizadas en torno a la demanda territorial. La segunda tendencia constatable en el periodo analizado, la constituye la clara invisibilidad de la demanda mapuche en el discurso de los partidos políticos chilenos, solo miembros de las distintas bancadas parlamentarias y de los distintos partidos políticos se pronuncian en torno al conflicto, pero no hay una postura oficial de sus respectivos partidos políticos frente al conflicto mapuche. La regla, es rota con la excepción de los pronunciamientos de Gladys Marín instalada como candidata presidencial del Partido Comunista a favor de la creación de un estado multinacional, pero dicho acto lo único que hace es confirmar la tendencia observada. El componente político del conflicto en ningún momento fue objeto de debate por parte del estado y sus orgánicas, por el contrario, el gobierno se esforzó por minimizar este componente y magnificar los aspectos de demanda económica, de modo de presentar el conflicto como expresión de pobreza e insatisfacción económica, esa fue la intención última de los denominados "diálogos comunales". El planteamiento y discusión respecto del conflicto y la construcción de una salida negociada a partir de los "diálogos comunales" no tuvo en cuenta todos aquellos elementos que le conferían al conflicto un carácter macro y cuya solución no pasaba por la discusión del desarrollo. En este sentido, la discusión sobre la problemática mapuche va más allá del sobredimensionamiento del factor económico, pues lo que está en debate, en última instancia, - y así lo hicieron saber los distintos referentes mapuche -, es la necesidad de la solución global del conflicto, que naturalmente incluye a la solución política. A largo plazo, la tendencia a la despolitización del conflicto por parte del aparato de estado expresará la necesidad de minimizar el conflicto como paso previo para profundizar el proceso de integración al estado chileno y redefinir así, sus relaciones intranacionales. La Despolitización como Mecanismo de Reducción de Fuerzas. Dentro de esta tendencia (ausencia de discurso político respecto de la problemática mapuche), el enfoque de la despolitización del conflicto se ha difundido crecientemente entre los sectores dominantes, a partir de la percepción de que la sobredimensión del factor económico ejercerá un rol directriz sobre la política de neutralización del conflicto. Los sectores hegemónicos de la clase dominante, reenfocarán sus esfuerzos en bajar el perfil de la lucha mapuche con una fuerte inclinación a minimizar la centralidad de la orientación política del conflicto. Solo así es posible entender la utilidad instrumental de los denominados "diálogos comunales", en la medida que la discusión y debate fue operacionalizada por un ministerio técnico como lo es MIDEPLAN y sin presencia alguna de contraparte política como lo hubiera sido el Ministerio del Interior o la Secretaría General de Gobierno. La concurrencia de MIDEPLAN a la zona de conflicto es precisamente un indicador de que lo que le interesaba al gobierno era desvincular la problemática mapuche de todo componente político como mecanismo reductivo de las posibilidades de diálogo político y sus consecuentes resultados. La preocupación del gobierno fue en todo momento impedir el salto cualitativo de la demanda económica a la demanda política, para ello era necesario trasladar y acotar el conflicto de su esfera política a su esfera económica exclusivamente, lo cual como ya se mencionó con anterioridad -, se implementó a partir de los "diálogos comunales". Otra función observable de los "diálogos comunales", fue también, la búsqueda de un mayor margen de maniobra y negociación con sectores mapuche que no estaban directamente involucradas en el proceso de recuperación de territorios. Ello tenía como objetivo fundamental desperfilar y deslegitimar la acción reivindicativa de las orgánicas mapuche involucradas en este proceso. No obstante la presencia y accionar del aparato de estado, los sectores dominantes no lograron enteramente sus objetivos, a pesar de la combinación de tácticas de contención del conflicto. Llamó la atención que en este proceso también hubieron referentes mapuche que ingenuamente cayeron en esta estrategia (despolitización del conflicto), específicamente cuando el AWNg, a través de su werkén (Aukan Wilkamán) manifestó que si bien MIDEPLAN era insuficiente, solo exigió la presencia de Hacienda y Bienes Nacionales en las conversaciones. Con todo, la tarea de reducir la legitimidad de la lucha mapuche no fue en ningún momento fácil para el gobierno, pues este nunca logró el control absoluto de la situación en las zonas del conflicto, ni de la estrategia comunicacional llevada a cabo por la Coordinadora, más aún, todo este proceso implicó la creación de una significativa corriente político - ideológica, que marcará el debate en importantes sectores de la sociedad civil. Otra tendencia identificable en el periodo analizado y el anterior son los cambios en la relación entre actores, en tanto es posible observar que las luchas y discursos de los distintos referentes pasa por la reivindicación territorial con un fuerte énfasis en las identidades territoriales como discurso político, de esta forma el debate político al interior de los referentes tendrán una clara inclinación hacia la recuperación de espacios territoriales específicos y más bien locales. Su discurso tenderá a buscar un mayor espacio político al interior de un concepto muy acotado, las únicas coincidencias discursivas entre los referentes dicen relación con el valor de uso de los territorios en disputa, que evidentemente las diferencia radicalmente de las posturas neoliberales del estado, el capitalismo local e internacional. Interesa destacar que en los 80, la discusión política mapuche no estaba determinada por la recuperación territorial fundamentalmente, sino que el proyecto mapuche se enmarcaba dentro de uno mayor que lo contenía, cual era la lucha por los medios de producción. Una cuarta tendencia identificable en el periodo es el afinamiento del proyecto político mapuche, en la medida que las propuestas y discusión interna se vinculan a la fortificación de conceptos teóricos y metodológicos en orden a operacionalizar el discurso de la recuperación territorial. Este aspecto es de crucial importancia futura puesto que por primera vez, la discusión intelectual se da alrededor en un marco de reflexión y debate respecto de conceptos tales como la autonomía, territorio y control territorial. Mucha de esta discusión se ha dado en ámbitos informales en grupos de trabajo de una capa emergente de profesionales e intelectuales mapuche y que se expresan también de modo informal. El uso de Internet aquí ha sido fundamental en el intercambio de información y debate respecto de la problemática mapuche. Evidentemente en el periodo analizado se consolidan los referentes mapuche más importantes, lo cual es visualizado por la clase dominante como una dificultad que podría trasladar la situación histórica a una escala mayor. Las élites dominantes habrán de recomponer sus estrategias de neutralización a través de la inducción de un mayor protagonismo del aparato de estado y un bajo perfil para ellos mismos. No obstante, su desafío mayor será promover una postura de defensa de la propiedad privada, cuestión en donde el aparato de estado no está dispuesto a aceptar transformaciones cualitativas y cuantitativas de ningún tipo. En este caso, la tarea de limitar el rol de los empresarios forestales en el conflicto es aparentemente menos difícil porque el aparato de estado ha variado e incrementado su participación en el conflicto, cabe recordar que en un principio el gobierno afirmaba que el problema de recuperación de tierras era un conflicto entre particulares y que su resolución era estrictamente legal, para después pasar a una etapa de mayor protagonismo e incorporándose a la discusión como el actor preponderante e indispensable en la "solución del conflicto". Dinámica Sociopolítica Del Conflicto Las organizaciones mapuche que han encabezado el conflicto, - especialmente la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauko Malleko -, han sido duramente golpeadas, incluso en sus principales reservas estratégicas: las mujeres y jóvenes dirigentes, estos dos grupos han sido severamente castigados, el encarcelamiento de muchos de estos líderes han dejado de manifiesto la escasa inserción en el mundo político winka por lo que las acusaciones que el gobierno ha hecho de infiltraciones no han sido más que peroratas para justificar la represión, llama la atención también el alto grado de combatividad de las mujeres mapuche, característica histórica que sin embargo hoy día se manifiesta con inusual particularidad. Cabe recordar que el ya mítico "ataque de tazas" en contra de Antonio Lara, ministro(s) de MIDEPLAN, fue llevado a cabo fundamentalmente por mujeres, igual cosa sucedió con el Director de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena CONADI cuando fue "recibido" a golpes de puño y cabezazos por mujeres mapuche, cuestión similar le ocurrió en una ocasión al ministro Quintana en una reunión de los "diálogos comunales", también es llamativo el caso de las hermanas Quintremán que fueran acusadas ante la justicia militar por "maltrato de obra a carabineros". Los jóvenes dirigentes por su parte, casi en su totalidad no han tenido vinculación partidaria y ligazones con estructuras políticas en tanto tales y su relevamiento y crecimiento como dirigentes se ha debido fundamentalmente a procesos internos en que no han participado orgánicas políticas, este aspecto ha dejado sin elementos analíticos importantes al aparato de estado y a los empresarios quienes siempre han supuesto y buscado un eslabón entre el movimiento mapuche e intencionalidades políticas externas, muchos jóvenes con este perfil se encuentran hoy encarcelados. De todo este proceso de persecución, se ha generado un nuevo componente en el espectro sociopolítico mapuche: los presos políticos mapuche, esta nueva categoría, en todo caso, no reconocida por el estado, ha marcado una diferencia importante respecto de los procesados con anterioridad, hoy día es posible hablar de "prisioneros políticos mapuche" como una especificidad de la coyuntura y como categoría política. Cabe señalar que esta categoría fue introducida por dirigentes mapuche por primera vez en el mundo winka a partir de los "diálogos comunales" que se realizaron en Lonkoche. La información disponible permite afirmar que, la lucha mapuche actual, ligada a la recuperación de tierras, ha sido extremadamente versátil y eficiente en el uso de los escasos recursos y medios a los cuales han podido acceder, con lo cual ha logrado un notable aumento en la legitimidad de su lucha reivindicativa. Por el contrario, el gobierno ha tenido un ostensible retroceso en este plano. Sin embargo, a pesar de la situación desmejorada y el desgaste de la imagen del estado frente a la sociedad civil, el estado pudo exhibir un amplio margen de maniobra. Esto fue evidente cuando, a raíz de la implementación de los "diálogos comunales" y su posterior procesamiento, el gobierno le bajó el perfil a la demanda sociopolítica mapuche en beneficio de una solución de carácter económico, cabe recordar que la metodología de captura de información de los "diálogos comunales" fue de carácter cualitativa, por lo que en su fase de procesamiento se tuvo que construir las tipologías analíticas del estudio, aquí es donde es posible manipular la información puesto que un estudio cualitativo solo es capaz de entregar "percepciones" (que en todo caso son nominales y no ordinales) y no el tipo de información que posteriormente apareció como resultado de los "diálogos comunales". La consideración del factor "diálogos comunales" es importante para evaluar la posición del estado respecto del movimiento mapuche. Aparentemente el gobierno se tranquilizó y vió con muy buenos ojos los "resultados" de los "diálogos comunales", que en todo caso no podía ser de otra manera. Debe destacarse la posición de algunos parlamentarios (Huenchumilla, Navarro) y el alcalde Saffirio (Ex DC) - quien calificó de "circo" los diálogos comunales -, que intuían la función de segundo orden de los "diálogos comunales", en la medida que observaban el corto alcance, la incapacidad resolutiva, la ausencia de recursos frescos y la volatilidad de las propuestas de solución emanadas por el estado, por lo que en reiteradas ocasiones llamaron al gobierno a cambiar de estrategia. En el marco de balance general del conflicto en el periodo analizado, es importante tener en cuenta algunos elementos que partieron en el mes de mayo: a finales de este mes comenzó la "marcha mapuche", marcha organizada por el AWNg. De las muchas lecturas posibles de hacer respecto de esta marcha, concentrémonos en tres aspectos que a nuestro juicio son importantes. En primer lugar, la gran cobertura periodística de distintos medios de comunicación sobre la "marcha" concitó una gran atención en la opinión pública desde su inicio hasta su término, así la "marcha" tuvo la virtud de mostrar a nivel nacional e internacional la vigencia del problema mapuche. En segundo lugar, la "marcha" mostró que el pueblo mapuche lograba aglutinar un importante apoyo ciudadano, este apoyo, no venía de la sociedad chilena organizada, sino por el contrario, por personas individuales, de modo tal que es evidente que la "marcha" logró importantes muestras de simpatía y solidaridad a lo largo de todo su recorrido, no obstante, cabe señalar que el apoyo del individuo medio no puede ser endosado automáticamente al AWNg, en la medida que el individuo medio veía en la "marcha" al pueblo mapuche y no a una orgánica o referente determinado. En tercer lugar, la "marcha" tuvo un efecto desmovilizador sobre muchas comunidades de la IX región, que depositaron esperanzas en la capacidad de presión y negociación de los dirigentes del AWNg. Sin embargo, la "marcha", en su diseño estratégico no contemplaba variables importantes que no fueron tomadas en cuenta y que al final tuvieron una evolución inesperada. Tal es el caso de la consideración que el solo hecho de marchar a la capital de Chile, tendría un efecto aglutinador respecto de los otros referentes, lo cual nunca ocurrió, a pesar de todos los llamados unitarios que hizo el AWNg, especialmente al pasar por la VIII Región. El AWNg, no previó esta situación, creándose un vacío muy importante en términos de respaldo interno a la marcha. Otro aspecto no previsto por el AWNg fue el hecho de que al culminar dicha marcha en Santiago, sus principales dirigentes no fueran recibidos por ninguna autoridad gubernamental de importancia lo que evidentemente le bajó el perfil a la marcha y descalificó el enorme esfuerzo desplegado por los "marchantes". A partir de lo anterior es posible afirmar que, el AWNg no analizó ni ponderó adecuadamente las distintas variable en juego ni el momento en el cual se ejecutó la marcha, evidentemente no se puede hablar de fracaso, pero los éxitos de la marcha no fueron precisamente los que ellos esperaban. Estos elementos provocaron en las comunidades que apoyaron la marcha un desconcierto tal que aún hoy no es posible evaluar, no obstante, parecer ser que la culminación de la marcha provocó un efecto somnífero en las comunidades que sustentaron la marcha. Habría que detenerse también en analizar la señal que el ejecutivo envió a partir de su total marginación de cualquier acción o acto que pudiera ser tomada como respaldo o reconocimiento surgidas a raíz de la marcha. Esta señal, - de desaire y menosprecio -, tenía como objetivo reafirmar la voluntad del gobierno de transitar por un esquema de resolución institucional del conflicto. Como ninguno de los referentes analizados adhería a este procedimiento, - salvo la identidad lafkenche que combinaba dos esquemas distintos de negociación(2) -, luego entonces el aparato de estado simplemente evitó todo tipo de contacto con dichos referentes. A pesar de que la "identidad lafkenche" era representada de alguna manera por el aparato de estado, puesto que el alcalde Millabur representa efectivamente al estado a nivel comunal, el estado empleó la misma táctica utilizada con el AWNg, cuando estos intentaron hacer llegar a la presidencia de la república la "propuesta lafkenche". Independiente de la intencionalidad última de la señal enviada por el gobierno, quedó de manifiesto la fuerte sensación a nivel nacional e internacional de que el gesto de ignorar tanto la marcha mapuche como la "propuesta lafkenche" constituía un desaire muy importante al pueblo mapuche en su conjunto. La detención de uno de los dirigentes de la coordinadora Arauko Malleko (Pedro Cayuqueo) muestra otra faceta del hostigamiento de que eran objeto distintos dirigentes de dicho referente, cabe señalar que Cayuqueo fue detenido a su regreso de Ginebra, después de haber participado en una sesión de la comisión de DDHH de la ONU, donde denunció graves violaciones a los DDHH por parte de agentes de estado en contra de las comunidades que estaban movilizadas en torno a la recuperación de territorios, aun cuando el estado se apresuró a clarificar que dicha detención era un procedimiento estrictamente judicial, la interpretación internacional de este hecho reafirmaba la posición de una persecución sistemática en contra de uno de los referentes mapuche más combativos de la coyuntura. Analicemos brevemente al actor representante de la institucionalidad winka en el mundo indígena: la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena CONADI, la CONADI se vio superada por los hechos y mostró su escasa inserción y capacidad de convocatoria en la VIII región, cabe hacer notar que en la región la CONADI tiene una oficina con carácter regional, con una planta profesional mayor y con recursos también mayores que por ejemplo con la oficina de Santiago, a pesar de contar con mayores recursos, CONADI contaba con una presencia casi despreciable en los actores del conflicto. Esta precaria inserción dentro de los actores en conflicto también determinó una suerte de descalificación de su capacidad operativa en la región por parte del mismo aparato de estado, que en algún momento desperfiló a la CONADI en las negociaciones, quitándole preponderancia a su trabajo y relegándola a un rol secundario en lo que respecta a la solución del conflicto. Independiente de lo anterior, es útil preguntarse sobre la real capacidad que tiene CONADI respecto de su capacidad de transferencia de desarrollo, al parecer el rol de CONADI en la región no ha sido el más eficiente ni ha producido cambios sustantivos en la situación mapuche de la región a pesar de que lleva casi 10 años operando en la zona, lo que hace reflexionar, - por extensión -, respecto del impacto que tienen las políticas públicas diseñadas para los pueblos indígenas. Además de estas consideraciones, hay que tener en cuenta que los sectores dominantes especialmente los orientados al capital transnacional, están igualmente concientes de que la única oportunidad que tienen para reducir el conflicto debía darse en un contexto distinto al generado por el estado. Puesto que el gobierno solo "parlamentaba" con comunidades proclives a la negociación con el estado y que de alguna manera no estaban involucradas directamente en el proceso de recuperación de territorios, pero con todas aquellas comunidades que se habían marginado de las conversaciones, especialmente las aglutinadas en torno a la Coordinadora, eran precisamente aquellas con las cuales las forestales tenían conflictos de intereses. Dado que ellos (las forestales) estaban precisamente en el "ojo del huracán" podían monitorear las reacciones que los actores en conflicto tenían respecto de las estrategias implementadas por el gobierno. Lo cual evidentemente provocaba en las forestales una clara incertidumbre respecto del éxito de las negociaciones. Resulta evidente además que, el estado no generó instancias de cooperación entre el actor mapuche y las empresas forestales, salvo los tímidos llamados que el gobierno envió a las forestales para que contribuyan a establecer una "buena vecindad" con las comunidades mapuche rodeadas por la propiedad forestal. Esta posición se vio reforzada por el empeño que tuvo el gobierno por superar el descrédito en el ámbito internacional (en gran medida atribuible a la militarización del conflicto por parte del estado), a raíz de la actuación en muchos casos coordinadas entre el contingente policial y los "guardias forestales" acantonados en la zona. Pero además, es posible percibir que las forestales y los neoterratenientes no estaban dispuestos a salir fácilmente del territorio que consideran propio, y que como lo demuestran los hechos estuvieron dispuestos cada vez más a usar la violencia para defender sus intereses económicos en la zona. Por lo mismo, es muy posible que, la situación tienda al endurecimiento de sus posturas más que a su flexibilización. A pesar del desequilibrio de fuerzas que prevalece en la zona, el gobierno en ningún momento ha planteado una reducción de los cuadros represores que operan en la zona, que en el periodo analizado seguía con un régimen militar de ocupación como mecanismo de control de la situación a pesar de toda la pompa y parafernalia publicitaria que se le dio a los así llamados "diálogos comunales", en orden a crear la sensación de avances democráticos en la resolución del conflicto. Aunque no hay una posición explícita de parte del estado en relación a la desmilitarización en la zona en conflicto, es evidente que la metodología de enfrentamiento del problema utilizada por el aparato de estado y aplicada por todos sus agentes, sigue intacta. Según el modus operandi del gobierno, cualquier acción de fuerza llevada a cabo al interior de las zonas conflictuadas se ha culpado únicamente a las comunidades mapuche, siendo las víctimas por el otro lado, las forestales y la propiedad privada. Y con esta premisa básica, ha actuado el gobierno, la policía, el sistema judicial y la prensa. No obstante, las reiteradas denuncias de las comunidades respecto de la participación directa e indirecta de las forestales, a través de su policía privada (léase "guardias forestales"), en hechos de violencia, agresión, robo y daño a la propiedad pública y privada, nunca ha sido investigada, no verificándose ningún procesado por algún delito de los cuales se les imputa rápidamente a las comunidades mapuche. Hay que llamar la atención sobre aspectos muy oscuros en el manejo del conflicto por parte de las forestales y amparadas por el aparato de estado, como la contratación de Oscar Parpinter ex - miembro de la oficina de inteligencia del gobierno de la concertación por parte de las forestales. La Coordinadora Arauko Malleko detectó la presencia de Parpinter a mediados del mes de julio y rápidamente pidió explicaciones, pero nunca se tuvo una explicación satisfactoria respecto de las actividades desplegadas por el ex - agente, ni el tipo de información que recolectó, procesó y analizó, mucho menos aún se supo la utilidad que se le dio a dicha información. Cabe destacar que en este periodo, aún subsiste como tendencia el silencio de la sociedad civil chilena organizada, ya que ni los colegios profesionales, con excepción del colegio de antropólogos, ni los sindicatos, ni las federaciones estudiantiles ni ningún ente organizado hicieron pública su opinión acerca del conflicto, los pronunciamientos seguían viniendo de personas más que de sus respectivas orgánicas, lo anterior permite entender una nueva configuración social en la coyuntura que, a nuestro juicio, será de larga duración, cual es, el importante apoyo personal e individual que tienen las reivindicaciones mapuche al interior de los chilenos, apoyos que no son institucionales y que no responden a la sociedad civil organizada, ahora bien, como canalizar estos apoyos no institucionales, seguirá siendo un desafío importante para el futuro devenir de la lucha mapuche. Con todo, es posible suponer, que hay sectores de la sociedad chilena organizada que tienden a marginarse de la problemática mapuche intencionadamente, su falta de pronunciamientos claros y consistentes lo confirman y han impedido por esta vía, un acercamiento mayor de posiciones entre los distintos actores que participan en las controversias territoriales. Habrá que intentar acercarse a las causas estructurales que han imposibilitado la consolidación de la presión social ejercida por las comunidades mapuche en la sociedad chilena civil organizada, puesto que ello ayudaría a configurar una estrategia específica de legitimación al interior de esta. Por otro lado, la reestructuración interna de las orgánicas mapuche, en cuanto a rescatar la centralidad de sus instituciones históricas es significativa, lo que ha nuestro juicio, fue un proceso impulsado por el AWNg y profundizado por una nueva capa de jóvenes dirigentes comprometidos con la autonomía territorial mapuche. Este elemento es útil tomarlo en cuenta toda vez que toda acción reivindicativa llevada a cabo por las comunidades mapuche en conflicto ha sido previamente discutida y sancionada por la estructura histórica. En términos más generales, tiende a diluirse en la sociedad civil la idea de que una situación similar a la de "chiapas" no es posible en las actuales condiciones coyunturales aún cuando las forestales podrían en cualquier momento hacer uso de la fuerza, dado que no existe ningún mecanismo disuasivo respecto de su accionar y ello podría gatillar respuestas de similar signo. Refuerza esta idea, el lugar que ocupan los guardias forestales en las constantes acciones de hostigamiento verificadas en el periodo analizado sobre las comunidades mapuche. Llama profundamente la atención que ningún sector de la sociedad civil organizada planteara la necesidad de la desmilitarización de los territorios en conflicto, dejando la situación mapuche muy parecida a la ocupación militar chilena hace poco más de 100 años. La Búsqueda de Concertaciones, el momento de lo nacional. En el periodo analizado, diversas fuerzas sociales y políticas, con diferente intencionalidad en cada caso, comenzaron a plantearse la necesidad de establecer un acuerdo de carácter nacional como condición para la solución de la problemática indígena en general: surgieron voces que pedían ampliar el alcance de la ley indígena, ratificar el convenio 169 y darle al reconocimiento de los pueblos indígenas rango constitucional. Cabe señalar en cuanto al momento económico de la coyuntura, que la crisis asiática era el problema económico del momento, la cesantía comenzaba a mostrar niveles preocupantes para el gobierno y los empresarios pedían ajustes económicos especialmente en la tasa de interés, la conjunción de todos estos elementos ensombrecían más de lo esperado el horizonte económico y atacaba fuertemente los principales centros urbanos del país. Los distintos actores relacionados, especialmente institucionales, en la problemática mapuche pedían que se aceleraran las negociaciones en orden a evitar prolongar por más tiempo el conflicto. Esta tendencia a nivel gubernamental, aparece condicionada por la percepción de sus analistas económicos de que en el mundo actual es imposible el desarrollo al margen de un sistema particular de mercado, el cual, por su alta competitividad, debe ser enfrentado con acuerdos nacionales y regionales básicos, que permitan eficacia en las relaciones internacionales. También, porque la profundidad de la crisis asiática amenazaba con hacer más explosiva la situación social. En el seno de la sociedad civil, esta tendencia se manifiesta en la movilización que diversos sectores realizan para resolver sus problemas de sobrevivencia económica, social y política. En estos elementos podría estar la respuesta a la escaso interés institucional por los problemas del pueblo mapuche, en la medida que el ciudadano común y corriente lucha por sus intereses particulares y ve los problemas de los mapuche como lejanos, aquí es donde también se manifiesta la paradoja que por un lado, existe un gran apoyo de los ciudadanos a la problemática mapuche pero ninguna de sus instituciones intervienen en la discusión sobre la misma. Sin embargo, la búsqueda de una salida negociada no es fácil que se de, pues existen contratendencias que la modifican, la limitan o simplemente luchan contra ella. Es por eso que no todos los sectores sociopolíticos involucrados en los conflictos buscan con igual seriedad y honestidad una salida distinta de la existente actualmente, puesto que ello, supone renunciar a algunos de sus postulados básicos o a su misma razón de ser. Sin olvidar que las concesiones y renuncias se dan en el marco de una lucha por la hegemonía sobre este proceso. Las forestales y el capital transnacional no quieren ninguna salida negociada, su deseo es mantener las cosas en statu quo. A pesar de las dificultades, hay hechos que apuntan a un mejor posicionamiento estratégico de las orgánicas mapuche que apoyan a las comunidades en conflicto, de acuerdo a ciertos parámetros históricos y las peculiaridades de la lucha política de cada referente. Veamos:
La posibilidad de la salida negociada ya ha sido planteada enfáticamente por los distintos actores institucionales, pero está siendo debatida también en los procesos de negociación de manera restringida, en estas condiciones, el gobierno ha comprendido que también en el campo económico y social debe contar con un acuerdo amplio y que no puede marginar a ningún referente. Los ensayos tecnocráticos de solución de la problemática mapuche, como lo fueron los "diálogos comunales" mostrarán rápidamente sus limitaciones, si no son acompañados con una seria discusión política del mismo. Intentando Concluir(3). En el documento anterior se intentaba entregar un marco teórico general, desde donde era posible estudiar la situación de los pueblos originarios en general: unipolaridad mundial, aumento en las demandas territoriales nacionalistas en todo el globo, un creciente respeto por los pueblos originarios y un gran aumento de la valoración de las diferencias culturales en el concierto mundial son algunos de los indicadores de la nueva situación. No obstante, Chile transita al margen de dichas tendencias mundiales, no aceptando el concepto de diferencia cultural y viendo dicho concepto como una amenaza para sus intereses geopolíticos. Es evidente que lo anterior configura un escenario "poco feliz" para las pretensiones autonomistas mapuche. También resulta evidente que la correlación de fuerzas es absolutamente favorables al aparato de estado, lo que, sin embargo, no ha limitado la fuerza moral de la demanda mapuche, que a nuestro juicio, es un capital no explotado suficientemente por las organizaciones y referentes mapuche. Otro de los aspectos que ha relevado el periodo analizado, es que los actores institucionales, en este caso, CONADI, ha perdido vigencia, mostrando una escasa inserción en las comunidades que por mandato de la ley indígena son su población objetivo. En el periodo analizado, ha resultado contradictorio el accionar del aparato de estado que con una cierta intencionalidad legitimadora emprendió una fuerte campaña al interior de comunidades mapuche que no estaban directamente relacionadas con el proceso de recuperación territorial como un intento de aislar las comunidades en conflicto y de este modo polarizar al pueblo mapuche, sumado al aumento de la violencia represiva en contra de todas aquellas comunidades que valoraban y reivindicaban dicho proceso. La coyuntura analizada, dejó de manifiesto que el escenario de discusión no estuvo suficientemente claro ni enfático, puesto que los distintos actores winkas, no absorbieron (y todavía no lo han hecho) adecuadamente la tonalidad y el carácter de la lucha mapuche, cual es la (re)construcción del espacio propio a partir del proceso de recuperación del territorio mapuche histórico. Este es el aspecto central que ha relevado la actual coyuntura, no obstante haya tenido recepción diferenciada en los distintos actores involucrados. Como ya se ha afirmado con anterioridad, el aparato de estado utilizó diversos instrumentos para la neutralización del conflicto mapuche, unos de los cuales fue precisamente el de la negociación. Instrumento que fue usado de modo diferencial, como mecanismo de separación, polarización y deslegitimación al interior del pueblo mapuche. Este instrumento tuvo un efecto desmovilizador y gatilló el confinamiento de importantes referentes mapuche. Provocó además en ciertos sectores de la sociedad chilena, especialmente los sectores ligados al poder, la percepción de que los referentes que no se involucraban en la negociación eran sectores minoritarios y con propensión a la violencia como instrumento político. Lo cual, desde luego, demuestra la poca capacidad analítica y de autocrítica de dichos sectores. Un elemento que interesa enfatizar es que se ha ido consolidando al interior de los distintos referentes mapuche, la necesidad de idear un proyecto político de largo plazo, ahora bien, también hay que hacer notar que este proyecto está en una fase de discusión primaria y los intelectuales mapuche aún no han tomado parte activa en la proposición teórica, aún cuando hay evidentemente algunos indicios de que ello ha estado ocurriendo. Esto también es relevante, en la medida que puede ser leído (la falta de discusión teórica del concepto de autonomía) como indicador desfavorable de la aceptación de la idea autonomista como idea viable al interior del pueblo mapuche en general. Si esto es cierto, habrá que iniciar una discusión seria y acabada respecto de si es viable la autonomía y en que plazo. No obstante, resulta particularmente sugerente que todas (o casi todas) las organizaciones y referentes mapuche hablan del concepto como idea conducente de su actuar en la sociedad chilena dominante. Cabe destacar que la coyuntura pasada mostró que la intencionalidad última del gobierno respecto del conflicto no era otra cosa que su neutralización, no obstante, aquí cabe reflexionar sobre la importancia estratégica de las negociaciones que ha impulsado el aparato de estado. En este sentido, es evidente que el gobierno tiene todas las piezas del tablero a su favor (esto no quiere decir que sea un buen jugador), con lo cual es posible afirmar que teniendo una posición de fuerza y capacidad operativa para imponer absolutamente su voluntad se ha visto en la obligación de negociar, la pregunta es ¿porqué?. Una de las razones es que a pesar de que Chile se mueve por fuera de las tendencias mundiales respecto de reconocimiento de las diversidades culturales, no puede aislarse ni desentenderse de estos procesos por la fuerte internacionalización que la misma estructura de estado se ha autoimpuesto, otra razón esta dada porque el estado no sabe a ciencia cierta cuales son los aliados estratégicos del pueblo mapuche ni cuantos son, ni quienes son, en ese sentido se enfrenta a una zona oscura que le es (y será) muy difícil dilucidar. En ese sentido, es que hay que tomar el fuerte apoyo ciudadano no institucionalizado. Cuestión que seguirá siendo un desafío para las organizaciones y referentes mapuche en cuanto a lograr alianzas estratégicas a través de su canalización hacia la causa mapuche. Finalmente, resulta relevante mencionar que a pesar de que el balance general apunta a un desgaste notorio de los distintos referentes mapuche, la fuerza moral de la demanda mapuche se ha incrementado y la problemática mapuche tiene hoy en día una visibilidad mayor que hace unos años atrás, lo cual es evidentemente un gran logro especialmente para los referentes más combativos. Invierno,
2000
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Notas 1. Cabe señalar que el aparato de estado trabajaba con la hipótesis de un conflicto coordinado a nivel nacional, con estrategias comunes y objetivos unitarios, sin embargo, ello fue una equivocación en la apreciación del conflicto, lo que llevó al aparato de estado a generar una serie de propuestas con escasa convocatoria al interior de las organizaciones mapuche que se encontraban en conflicto. 2. Para una definición de los esquemas de negociación remitirse la primer documento. 3. Debo agradecer a José Marimán, por sus valiosos comentarios y debo reconocer que muchas de las ideas contenidas en estas conclusiones han sido tomadas de sus apreciaciones y observaciones. |